viernes, 20 de junio de 2008

CAMINANTE, CARTÓGRAFO, POETA

Desde el miércoles una sensación de fatiga nos acompañó hasta que el jueves 19, a eso de las diez y media de la noche se apagaron las luces del Museo Nacional y el cuerpo quedó flotando sobre los ríos de la alegría que produce este orgullo innegable de ser nariñense.


El culpable de todo, porque no podemos ser ajenos a este vicio de señalar a los causantes de nuestras angustias, se llama CARLOS VICENTE BURBANO CONCHA, un arquitecto urbanista, que de la mano de su amor por el oficio de reconocer el espacio que otros habitan sin saber que pisan los suelos de la misma historia y el patrimonio, nos regaló su obra IDENTIFICACIÓN Y VALORACIÓN DEL PATRIMONIO INMUEBLE ANDINO NARIÑENSE. La investigación, financiada en sus inicios por el Fondo Mixto de Cultura de Nariño, encontró por fin la publicación con el apoyo del programa de Concertación del Ministerio de Cultura y, el Fondo no podía desamparar a ese libro que ansiaba dar a luz.
Con el libro en la mano, las autoridades del Museo Nacional, la Sociedad Colombiana de Arquitectos y la Secretaría Delegada de la Gobernación de Nariño en Bogotá, echaron a rodar ese principio nuestro de sumar para lograr procesos comunes. El resultado, una noche llena de magia, de alti bajos, de emociones que nos trasladaron a cada uno de los poblados que Carlos Vicente recorrió de arriba, abajo, a lo ancho, y a lo largo, con su bitácora de viajero curioso.


Nos movimos con la música de La Bohemía que trajo cantos de un sur que ya no es lejano, nos estremecimos con la voz de una Ana María Rojas que expulsó palabras llenas de cariño, de poesía, de nostalgia, de amor por este oficio de caminantes de viejas rutas y añoradas sendas. Elogios, abrazos con palabras de maestros, entrañables verbos para los oídos más atentos, signos de confianza y de tezón. Vivimos la noche, la noche de sueños misteriosos alrededor del patrimonio, de nuestra cultura no observada, de nuestros ancestros desconocidos. Música, baile, palmas, palabras, acciones, imágenes, muchas imágenes, colores, luces, más sonidos, más vientos y musas danzaron con nosotros en ese espacio tomado por el Fondo Mixto, por los amigos de la arquitectura, por Carlos Vicente y sus combos, por la Secretaría Delegada, por los músicos, por los poetas no descubiertos, por el flash de la cámara indiscreta, por los poemas de Mario con forma de discurso prospectivo, por fin, por el Señor, por los hervidos de fruta dulce.


Gracias mi Bogotá querida por traerme de nuevo a esos vientos del sur que soplan cada vez con mayor fuerza en esta tierra que sigue siendo amada porque aquí se vive con otras palabras. Gracias Carlos Vicente, porque por tu culpa seguimos siendo felices.


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