lunes, 22 de marzo de 2010

CUANDO LOS DESEOS DEJAN DE SER UTOPÍA


Por: GUSTAVO MONTENEGRO CARDONA

Facilitador módulo Desarrollo Humano

Escuela de liderazgo juvenil para la transformación social.

De pequeño acostumbraba caminar por los amplios andenes de la maltería que Bavaria montó hace ya varios años en Ipiales, generalmente era mi ruta para ir hacia la casa de mis amigos, o para en bicicleta llegar a la pista de bicicrós donde con otro grupo de compañeros de viaje infantil nos encontrábamos para hacer piruetas. En esos años éramos niños hasta entrados los 16 o 17 años de edad, por eso la juventud no la viví en mi ciudad natal. Como niños participábamos, al lado de los jóvenes de la época, de procesos de formación en valores a través de pequeños espacios de liderazgo que las instituciones educativas montaban con el ánimo de forjar en nosotros aptitudes, habilidades, ciertas capacidades, y en el mejor de los casos, transformación de nuestras personalidades, todo eso siempre desde el principio de ser mejores seres humanos. La realidad también se construía con grupos juveniles que promovían actividades relacionadas con la rumba no muy sana, las destrezas para la conquista del género femenino, o el contra ataque de las mujeres hacia los muchachos. No recuerdo haber escuchado asuntos como la política pública, la juventud como población, o procesos de movilización juvenil para transformar la realidad que vivíamos. También valga decir que vivíamos un mundo distinto, cargábamos mochilas de sueños, caminábamos sin prejuicio por las calles aún sin pavimentar, jugábamos a ser conquistadores de corazones, nos topábamos con una que otra pelea en los callejones desérticos, leíamos libros de otra época en la biblioteca municipal, armábamos partidas de ajedrez en el Club Peón Rey, tomábamos gaseosas y comíamos pambazo, nos íbamos de campamento por las rutas de los ríos cercanos, nos divertíamos en un territorio que era pequeño, que lo considerábamos propio, y que se enfrentaba a sus conflictos sin mayor trascendencia. Era un lugar en paz a pesar de los tormentos del corazón adolescente.

Hoy, menos joven que en aquellos años, ya adulto y niño transformado, vuelvo a caminar por los mismos andenes de la maltería que quedó sembrada como una fábrica de ilusiones del pasado rumbo a la Escuela de Liderazgo Juvenil para la Transformación Social. Llego a pie, y mis ojos reconocen las casas de los amigos, los lugares comunes, los sitios transformados, los nuevos barrios, las nuevas casas, las casas queridas, los rincones que me hacen sentir nostálgico. Camino como facilitador y me enfrento a una nueva realidad juvenil. Por estos días se piensa en derechos, se reconoce al joven como sujeto constructor de su mundo, y así como se cuestiona a la juventud también es tiempo para ver que estos seres humanos que habitan el territorio en condición de adolescentes en transición a la adultez son hombres y mujeres diferentes. Sus liderazgos son trascendentales, se toman la vida a pecho, asumen su papel con una responsabilidad que asombra, se reconocen líderes de procesos, organizan a otros jóvenes, muestran caminos posibles, establecen pactos de lealtad con el conocimiento, anhelan la sabiduría, se consideran incompletos, se confiesan religiosos y se asoman a la vida con una actitud que está muy lejos de aquellos años cuando personas como yo pasamos por la juventud como una edad diferente.

Fue una bendición comenzar con el módulo de Desarrollo Humano en esta ciudad que alberga la esencia de mi vida, pues si algo soy es eso, un ciudadano ipialeño. Ahora que vuelvo en la condición de facilitador de la Escuela de Liderazgo Juvenil, justo en esta ciudad que me regala respiros gratos, siento profundo orgullo por estos muchachos y muchachas que cuestionan, critican, enseñan, planean y movilizan. Siento alegrías particulares por ver rostros cargados de esperanzas que muchos conservan en silencio, pero que de un momento a otro las develan como si fuera necesario confesar los secretos de los corazones. Mis ojos vieron jóvenes diversos, exigentes de derechos, jóvenes que cuestionan a otros jóvenes; niños que ya piensan como jóvenes, y jóvenes que aún extrañan su estado de infancia. Mis oídos oyeron palabras duras, pero también expresiones gratificantes. Palpé una realidad diferente, sentí con mis manos la dulzura de jóvenes dispuestos a trabajar por su vida. A mi olfato llegaron los aromas del campo mezclados con los olores de lo urbano en una simbiosis de anhelos, deseos, sueños, palabras, expresiones, demostraciones de voces, ritmos, y andanzas que motivan a respirar el aire de la juventud ipialeña. Degusté de nuevo el sabor de mi tierra, a mi paladar le tocó sentir el sazón particular del plato que se elabora porque se cree con firmeza, con fe en la tradición de la receta que alimenta. Degusté las palabras de agradecimiento y me satisfizo el manjar de trabajar al lado de dinamizadoras capaces y comprometidas con sus proyectos de vida. Mi cuerpo, mundo de sentidos sale complacido de viaje, me acompaña la vida de Cristian Estrella, un nuevo amigo, un nuevo socio. Juntamos rodamos por las calles de este Ipiales que cada vez se me queda más pegado al corazón, porque luego del trabajo es más fácil comprender que los deseos ya no son una utopía.

lunes, 15 de marzo de 2010

EL RITMO SE HACE RELATO:


Por: Gustavo Montenegro Cardona

Una película que habla de la guerra y que se arma narrativamente a partir de tres personajes, sin mayores ambiciones en el manejo de extras, de efectos o montajes, la película ganadora del Oscar “En tierra hostil” es un ejemplo de cinematografía y desde la Academia surge una lección contundente: es tiempo de valorar el lenguaje, el relato, la actuación, la tensión, la relación tiempo-espacio, y el sentido que el cine tiene para el arte.

Me asomé a la película por una recomendación, justamente ocho días antes de la ceremonia de premiación. Frente a la pantalla tuve una sensación casi eufórica que me llevó a la memoria de lo emocionante que fue asistir ante el Batman de Burton, hacia las películas de Fellini que me conmovieron espiritualmente, al Chaplin en Blanco y Negro que me dejó las lecciones de la realización, a los relatos del cine italiano y francés que me impulsaron a querer el cine como expresión humana. Ver “En tierra hostil” fue ver una buena película después de haber leído muchos filmes que tienen más de ambiciones de las egolatrías de realizadores que ansían la fama y de ansiedades tecnológicas que de propuestas narrativas construidas con lenguaje cinematográfico o estilo estético determinado.

Mientras Avatar, que en la antesala era favorita, obedece a las estructuras del mercado, a esas ilusiones que nacen cuando se considera que la tecnología hace al cine, y a la generación de agrupaciones que bajo el sello de fans a su vez se asocian bajo esas ideas de que se es más cinéfilo si te aprendes los nombres de los mundos, sus personajes, y sus características y que además son los que consumen figuritas que salen en cada papa de Mc Donald´s como fiel reflejo del consumo de un cine que es hecho para las crispetas repletas de sal. En otro camino, con otro estilo, con una textura particular, desde el color de la tierra como gama general, desde un ritmo que es similar a la armonía musical y actuaciones totalmente diferentes a los estigmas de la puesta en escena. Kathryn Bigelow se lleva el Oscar en sus manos como la mejor directora, y es un precio que hace justicia a la mirada del realizador. En este caso la directora deja a un lado la pose de estrella para convertirse en una constructora de relato audiovisual apoderada del lenguaje del cine para que desde las herramientas que permiten construir relato desde la imagen, el sonido, la tensión, el drama, la actuación, el escenario, la música, el silencio, etc, se trence una historia, esa es la ganancia, hay una historia redonda, sin héroes, ni heroísmos.

Ahí entonces surge el núcleo de la ganancia, el de presentar una historia de guerra sin héroes, pero sí con personajes que ilustran situaciones meramente humanas en condiciones de guerra. Es así una película masculina, pero es vista desde el ojo femenino. Ganancia esta última también, pues esto es lo que explica la particularidad del filme que nos presenta Bigelow, que como mujer se asoma a la guerra, no desde una postura política, sí desde una condición estética, humana, y por tanto, ética. Cuestiona a la humanidad y la guerra, y dibuja a unos hombres particulares frente a la guerra, como si la vida entera se pudiera asumir en esa condición conflictiva de todos los días.

Se debe poner en titular el trabajo rítmico que plantea la película, pues a mi modo de ver, ratifica aquello de que el ritmo es el mensaje, el montaje marca el sentido de lo que se quiere contar, la tensión genera la condición de la expresión, y en eso la hostilidad se convierte en un concepto que se convierte en una sensación, en una emoción, entonces el público logra conectarse con el texto fílmico, ya no sólo desde la ilusión de lo que podría anhelar la directora, sino desde lo que realmente cuenta el filme proyectado. Así es un relato que redime, que aterriza la tensión en una conclusión que cierra este cuento-historia, pero al cerrar la puerta abre la ventana de la vida para volver a empezar. Día 364.


jueves, 11 de marzo de 2010

POTRERRILLO: la ciudad escondida.


YA ESTÁ EN CIRCULACIÓN LA EDICIÓN No. 9 de VOCES DE NARIÑO. EN LA BARRA DE PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS, PUEDE DESCARGAR LA VERSIÓN EN PDF.

La vida a través de los ojos de Rosa Elena Gómez.

Crónica de Gustavo Montenegro Cardona.

Dirección de la serie: Germán de la Rosa

Fotografía: Javier Vallejo Díaz

Si un gato, según Jairo Aníbal Niño, es una gota de tigre, una plaza de mercado es una gota de ciudad. Recorrerla es andar por un resumen del territorio.

El visitante, el comprador se ubicará en el suroriente de Pasto, tendrá como punto de referencia el Terminal de pasajeros de Transporte Terrestre de la capital de Nariño, el antiguo centro de atención del Seguro Social, los depósitos de maderas que evocan el olor a la humedad de la selva, los centros de depósitos de mercancías más importantes de la ciudad y un sinnúmero de tiendas de abarrotes. Sus ojos se enfrentarán con una enorme puerta, el portón grande de la plaza de El Potrerillo que se abre desde las primeras horas de la madrugada para darle la bienvenida al principal centro de abastos de la ciudad y del departamento. Lo que viene luego es un andar por ese resumen de la región. Al recorrer los laberínticos pasillos que llevan de un lado para otro, de un puesto hacia otro, el ocupante de la plaza viaja por la cordillera, por la zona andina, por la selva, por la costa, en una suerte de orden lógico que permite comprender la diversidad de la región.

Seguir pensando que se es pobre en este territorio es un absurdo luego de ver la multitud de productos que surgen de las entrañas de una tierra fértil y productiva que huele a pollo y gallina de campo, que sabe a frutas dulces, ácidas y jugosas, que hace brotar de sus mares mágicos pardos rojos de seis y hasta más kilos de peso. Los pasos siguen recorriendo las calles de la plaza y el olfato danza con los aromas de las yerbas que adoban el ambiente. Un constante sonido acompaña el camino, como si todas las voces entonaran la misma canción, aunque a un destiempo particular. Brota así la prosperidad del lenguaje, el mismo que nos hace saber que la yuca está barata, que se puede llevar mangos a buen precio. Los oídos reconocen los piropos, los tratos son múltiples, y las palabras brotan en la misma proporción que llueven canastos repletos de moras, fresas, arracachas, limones, peras, manzanas, uvas, papas; canastos repletos de vida.

Luego se accede a otro rincón, a una especie de barrio donde la especialidad son las carnes, las hortalizas y uno que otro almacén de tejidos. De manera discreta, casi escondido surge el letrero de “Canaveralejo”, el refugio de doña Rosa Elena Gómez, una mujer simplemente ejemplar.

6 DÉCADAS HABITANDO LA PLAZA

Rosa Elena, Rosita, doña Rosa tiene 85 años. Repito, 85 años. Su rostro tiene la marca de la vida que se ocupa trabajando para sacar a siete hijos, para superar quince años de viudez y llegar a los nuevos amaneceres con la satisfacción de saber que se han hecho bien las cosas. Esta mujer que apenas sostiene dos dientes en medio de su boca, que se acomoda con tranquilidad en el butaco de siempre, que sonríe sin temor y que habla con lucidez de sus recuerdos, conserva en el rastro de su memoria el sentido que ha tenido para ella y su familia cada uno de los sesenta años que lleva al frente del negocio de la venta de carnes, tanto desde que comenzó en la mítica plaza central de mercado donde hoy se levanta el complejo bancario de la ciudad, hasta los recientes días en su querido local del Potrerillo. “Allá, en el mercado viejo, teníamos un pabellón bien grande, allá trabajábamos todas juntas. No peleábamos, ni nada. Si una ya no vendía, se le ayudaba, y así…”…así habla con fuerza, con ganas, con afán. De ese mercado sólo queda la imagen de haber llegado un día lunes a observar cómo se desleía la manteca, cómo se había chamuscado la carne que ahora no era más que enormes trozos de piernas y lomos asados, una balanza colgando sin peso y una puerta que marcaba la señal de salida hacia un nuevo rumbo.

“En ese tiempo se vendía bastante, yo vendía harto, si quiera mis cuatro, cinco marranos diarios”, como lo ve, así como lo oye su conciencia, diarios. Una historia que hoy está lejos de repetirse toda vez que quienes generan mayores ingresos en la relación costo beneficio por reducción de precios y aumento de volumen de venta son (según lo señaló un estudio de Fedegan del 16 de octubre de 2009) las grandes cadenas de mercado y los distribuidores mayoritarios, dejando a los pequeños negocios como el de doña Rosa, que significan el 65% de los negocios de venta de carne del país, lejos de la ruleta de la ganancia. Aún así, doña , una más del 22% de mujeres cabeza de familia que no para de madrugar para llegar a la plaza y poner a disposición de su clientela, selecta por cierto, lo mejor de su negocio.

La rutina de doña Rosa empieza a las cinco y media de la mañana, entre las seis y las once del día se dedica a la venta de la carne para volver a casa a alistar la comida para los hijos que viven con ella, lavar la ropa, y ocupar el tiempo de manera activa, pues es claro que doña Rosa puede hacer de todo, menos quedarse quieta sin trabajar.

LA DE CAÑAVERALEJO

Esa misma disciplina y amor al trabajo lo heredaron sus hijos, y hoy, uno de ellos, al que particularmente llaman Gino, pues realmente se llama Miyer, está frente al negocio. “Le pusimos así porque mi hermano tiene un negocio, también de carnes, el suyo se llama El Cañaveral, y al notar que estábamos muy lejos uno del otro hicimos la relación, Cañaveral y lejos, entonces le pusimos Cañaveralejo, y también nos gusta porque así se llama la plaza de toros de Cali”, cuenta Gino con una sonrisa extendida, con una amabilidad que es su tarjeta de presentación. Su formación, talento y la herencia de los valores de su familia son según Gino los principales forjadores del nombre de su negocio de venta de carnes que ya es una tradición familiar. Por eso estos rincones también los recorre Andrés, uno de los más de veinte nietos de doña Rosa que a sus 24 años promulga “con orgullo el poder contarle a los amigos de la misma edad de uno que tiene su abuela en pie y camellando todavía. Entonces uno se llena de vida ante eso”. Este privilegiado joven es el compañero constante de su abuela y testigo de sus historias y relatos, los mismos que seguirán construyéndose alrededor de esta ciudad escondida que alberga rostros, huellas, personajes, y miles de vidas que deberán seguir explorándose por el visitante, por el comprador.

SALIDA POR AQUÍ…

El visitante podrá comprar aguacates importados, calmar el hambre con un buen caldo de pata, recibir abrazos de las vendedoras agradecidas y apretones de mano de amables vendedores que hacen grato este recorrido por la ciudad desde adentro. El murmullo se intensifica y los olores cambian. El sol llega con nuevas sopresas y el día seguirá su curso abrigando las esperanzas de los ciudadanos de este potrerillo que alberga la vida próspera de la región.


martes, 9 de marzo de 2010

BUESACO, CON LOS JÓVENES ADELANTE


El encuentro con los jóvenes de Buesaco se sintió igual que un vaso de agua en medio de una sed que atormenta, tan revitalizante como pasear descalzo por la hierba de los días de verano cuando el pasto amanece bañado en rocío. Cruzar miradas con los más de cuarenta jóvenes que asistieron a la cita para dar inicio a la Escuela de Liderazgo Juvenil para la Transformación Social en el municipio de Buesaco, significó ver ojos inquietos, unos más que otros. Significó acercarse a la realidad particular de muchachos y muchachas que están dispuestos a apostarle a la vida desde otros juegos, desde otros cuentos, desde otras músicas, desde otros estilos, desde sus propias narraciones y visiones del mundo. Por eso empezar no fue tan difícil, porque además Johana y Gabriela, las dinamizadoras del municipio, en compañía de Eliana, la directora de la Oficina de Política Social de Buesaco, tenían todo listo. El lugar estaba preparado, el ambiente ya se había dispuesto para alojar con cariño a quienes de corazón están dispuestos a lograr que Nariño vaya adelante, pero con ellos, con los jóvenes que construyen vidas desde su mirada siempre alerta.

La tarde del viernes 5 de marzo nos recibió con el calor que evapora un olor propio de esta tierra que tiene ese color cobrizo que de manera particular a mí me habla de tierras antioqueñas y me traen la memoria de mi madre. Buesaco huele a café recién tostado y preparado en lo más íntimo de los hogares. Buesaco crece y en ese proceso sus jóvenes tienen mucho que decir, mucho que gritar, mucho que bailar, harto para cantar y danzar. Aplaudimos antes de iniciar y antes de terminar la ceremonia de graduación fue un pretexto motivador para reconocernos, poner reglas de juego y sentirnos más cercanos. Llegó el discurso inicial, pasó una dinámica, se refrescó la ansiedad con un buen refrigerio, se jugó, se pensó, se habló de experiencias de aprendizaje, se trazaron compromisos y la jornada se selló con una firma de corazón para que cada joven asistente a esta escuela estableciera su compromiso personal para con cada uno y este proceso que le apuesta a la construcción de la política pública de juventud en lo local y lo departamental desde el gran marco del proyecto “Adelante Nariño con los y las jóvenes adelante”.

Junto a Marcela Montenegro, facilitadora del tema de Comunicación por parte del Fondo Mixto de Cultura de Nariño (aliado de este proyecto) no veíamos la hora de iniciar la segunda jornada. Cerca de las nueve de la mañana comenzamos haciendo memoria de lo trabajado el día anterior, tuvimos la visita del programa Suyusama que también desea sumarse al proceso, comprendimos el contexto de la Escuela desde sus enfoques, estructuras y grandes metas. Así pudimos dar un paso adelante en el proceso de reconocimiento personal y colectivo desde la pregunta ¿quién eres tu? Y claro, ni ángel, ni demonio. Surgieron imágenes de valores que seguramente fundarán desde la raíz más profunda la esencia ética de esta Escuela. Fue necesario dibujar las fases de la escuela, sus momentos más significativos y la gran ruta que nos llevará por cada uno de los módulos y la construcción de la política pública de juventud.

Un sancocho, de esos que recuerdan la gastronomía de las abuelas, fue el plato para reposar al medio día que brilló por el sol del norte de Nariño. El calor aumentó y aumentó, y aumentó, la miel de panela, el hielo y el limón combinados en un vaso desechable fue la fórmula para calmar el agobio del calor. Luego jugamos un poco más para desde la misión del cartógrafo, desde los relatos comunes, y con el sentido que tiene para la escuela el aprendizaje desde la lectura de realidad entrar a la tarea siempre grata de la cartografía social. Cerca de dos horas de trabajo nos permitió comprender las relaciones entre las instituciones, las organizaciones, los procesos sociales y los escenarios del municipio con ojos de juventud. El cansancio llegó mucho tiempo después. La evaluación no dejó tiempo para el agotamiento, quién puede pensar en él cuando las imágenes de los muchachos y muchachas permiten leer entre líneas textos como: llegamos dispersos, nos vamos unidos; llegamos temerosos, nos vamos como equipo; llegamos contentos, nos vamos felices; llegamos vacíos, nos vamos llenos.

En el rostro sólo sonrisas, en el alma fluye la juventud. Gracias Buesaco.

DIBUJANDO LA REALIDAD DE PUPIALES

Escuela de liderazgo juvenil para la transformación social. El inicio en Pupiales. Rasgos de la construcción de la cartografía social.

CONCURSO ESTUDIANTIL DE CARICATURA

jueves, 4 de marzo de 2010

ALGUNAS RENUNCIAS, LARGOS SILENCIOS


Por: Gustavo Montenegro Cardona

La revista Cambio se transforma para pintarse la cara con temas ligeros y maquillarse con el tono de la moda de un periodismo que desde hace tiempo se olvidó de su horizonte de contenidos para la reflexión social, para promover opiniones o simplemente para tener cercanía con unas cuantas versiones de la realidad. Desde las entrañas de la misma casa editorial, pero esta vez desde la nave nodriza, el contraescape llega a su final y desde su trinchera siempre protegida por la palabra certera el último de los Santos en el que periodísticamente se podía confiar se hace a un lado y deja entrar por la ventana de su casa la presencia de un socio que sin duda tiene su cabeza puesta más en los rendimientos económicos que en los beneficios comunicativos que requiere el país. Por otras latitudes la estación constante es un otoño de voces que al parecer pronto dejarán de hablarle al país, como se rumora sucederá con la renuncia anunciada de Juan Gossaín ante las directivas de RCN.

Mientras esto sucede los noticieros nacionales siguen dibujando una realidad de fantasía que hizo desaparecer el conflicto armado para pintar de bandas criminales el telón de la violencia interna. La política es un circo que genera diversiones y pasiones. Dejan notar sus favoritismos de partido y se aíslan de la realidad en el formato de la revista de vanidades, gastronomías y modas.

Y en medio de todo este panorama, el silencio resulta aterrador. El gremio, asustado, no se pronuncia. Así que la pregunta queda abierta, porque algún plato se está cocinando en el planeta del periodismo nacional.

POR EL DÍA DE LA MUJER

martes, 2 de marzo de 2010

PARA HABLAR DE CULTURA

MÁS DERECHOS, MENOS PALABRAS


Por: Gustavo Montenegro Cardona

La jornada de acompañamiento a la oficina regional de UNFPA (fondo poblacional de Naciones Unidas) tuvo, para mí, dos momentos significativos, el primero destacado por la amplia convocatoria que logró su responsable, la Dra. Erika Oliva, oficial de terreno de UNFPA para el departamento, por la presencia de actores que conocen el contexto del departamento alrededor de temas tan sensibles como los derechos humanos para la infancia, la adolescencia y la juventud. También fue bueno porque el espacio fue lugar para aprender, para reconocer conceptos, contextos, visiones y perspectivas. Siempre es bueno llegar a lugares donde se ven rostros conocidos y se reafirman los propósitos que ayudan desde diversas orillas a ese sueño constante de construir región. Leer la realidad que se muestra con otros ojos también será una garantía de una jornada exitosa. Y lo fue, lo fue para la planeación, para la priorización temática, para la puesta en escena de acuerdos, alianzas y nuevos sueños.

Luego viene la sensación de lo que parece ser un tema que no avanza, aunque los expertos y seguramente más, las expertas, dirán que han descubierto la ruta adecuada. Insisto en el tema del lenguaje, del abuso del idioma, y de mi total posición contraria a creer que la garantía de los derechos pasa por el manoseo de la palabra. Tanto los y las, ellos, ellas, nosotros, vosotros, nosotras, funcionarios, funcionarias, docentes, y docentas (supongo que ahora deberán llamarse así); actores y (ojo la perla) actoras. Padres y madres, ellos con ellas, ellas sin ellos, ellas con ellas; tanto ir y venir de artículos, de pronombres, de expresiones que el oído no soporta me hacen siempre ir a la esencia y a los datos, pues también ayer pudimos confirmar que mientras este tipo de prácticas se vuelve una acción mecánica como la de los niños que recitan poesías sin ni siquiera saber escribir, por otra parte los embarazos indeseados en adolescentes aumentan, las mujeres en el contexto de la guerra siguen presenciando la violación sistemática de sus derechos, los hombres siguen asistiendo a la guerra, nos seguimos matando, y tanto hombres como mujeres, nariñenses (no sé si nariñensas), seguimos asistiendo a una de las crisis humanitarias más significativas de nuestra historia.

Me afirmo, menos palabras, más derechos. El trabajo desde lo institucional, desde lo gremial, desde las organizaciones sociales, deberá profundizar en el compromiso con el ser humano, con la persona humana. Esta atomización del ser provocada desde el lenguaje que separa me suena a la historia de la ciencia médica que terminó supra-especializando al médico hasta el punto de tener profesionales que sabían tanto de la uña del dedo pequeño del pie izquierdo que dejaron de ver la esencia del paciente que atendían. La fragmentación de nuestra realidad nos ha llevado a desconectarnos de la armonía del mundo, lo recuerdan siempre los mayores de comunidades indígenas como los Pastos, y sin embargo, los oímos y nos admiramos de sus conocimientos y prácticas, pero en el día a día, en el momento de tomar decisiones, la sabiduría ancestral se desconoce. Qué bueno fuera aprender aquí también de esa cosmovisión que no rompe, que no divide, que reconoce la diversidad, la respeta y la promueve, pero que ante todo no deja de ver la integralidad y complejidad del ser humano. La libertad, las oportunidades, los derechos se deben promover, apropiar y garantizar en condiciones de la raza humana, con todas sus complejas variaciones, pero en la esencia de lo humano y no en los caprichos de una visión reduccionista del idioma que por intentar incluir termina excluyendo.

Dicen que lo que no se nombra no existe, verdad fundacional, pero la identidad se reconoce en la particularidad más que en la generalidad. Lo que la mayoría esperamos es que se nos brinden las garantías de nuestras libertades y nuestras oportunidades, lo demás será retórica sin acción.