viernes, 23 de octubre de 2015

PARA CIRCULAR PRODUCCIONES NARIÑO DECIDE

Se llega el día D el próximo 25 de octubre. Compartimos con ustedes las piezas del plan de medios de la Alianza Nariño Decide en el componente audiovisual que pueden servir como insumo para cada uno de sus espacios de cubrimiento este domingo día de elecciones regionales. 

Gracias anticipadas a quienes hagan buen uso de este material.


jueves, 15 de octubre de 2015

DISEÑANDO FANTASÍAS

SERIE: BAILAR, REZAR, NARRAR.
Historias de San Pacho


Los cachés no se hacen solos.
Por: Gustavo Montenegro Cardona

Te comprendo Johana, cualquier persona que haya pasado noches enteras durante los últimos tres meses diseñando y fabricando 1.700 vestuarios para las comparsas de las fiestas franciscanas estaría igual de cansada.

Es casi natural que pidas que te maquillen para verte más presentable ante la cámara que registrará tu testimonio como diseñadora de cachés para las fiestas san pacheras. Son esas decisiones las que hacen notorio tu carácter y tu determinación como diseñadora, empresaria y artesana.

Hoy, justamente hoy, estás de cumpleaños “los suficientes” dices en medio de esa carcajada que deja ver que te muestras seria, pero eres una mujer de alegría plena, sonriente, feliz, dichosa. Por eso te sientas con absoluta naturalidad, dejando reposar todo el cansancio acumulado por esas jornadas que como bien dices “pueden comenzar a las ocho de la mañana, y terminar al día siguiente”.


Johanna Valoyez con integrantes de su equipo en el taller "Arte y Joya"

Así te empezamos a conocer Lady Johanna Valoyez Cuesta, la espléndida representante legal del taller “Arte y Joya” que al decir de varios sanpacheros hoy diseña los mejores cachés para las fiestas de San Pacho. Bien lo explicas “el caché es el vestuario que lucen las empresas, entidades, o personas que de cada barrio desfilan durante la fiesta, se compone del vestuario, los accesorios, la parafernalia y el tocado”.

Pero esos cachés no se hacen solos. La calle, tu pasarela principal, exhibe hoy por hoy, el resultado de tus 19 años de experiencia profesional y de presencia de tus cachés elaborados a mano en las exuberantes fiestas san pacheras. Lo que muchos no saben es que durante esos años, en el día a día, suceden hechos como requerir para el desfile de Cristo Rey ciento diez  máscaras y recibir del proveedor solamente diez, a las once de la mañana, una hora antes de iniciar el desfile. O pasar por la presión de recibir una orden de pedido de un día para otro como la solicitud que te hicieron el primero de octubre para diseñar el caché del desfile del Niño Jesús que sale el tres al medio día.


El "Caché" es un vestuario que quien desfila lo luce con orgullo y gozo. 

Mientras conversamos se siente ya el sonido de los cohetes de pólvora que anuncian que el último desfile del año ya se acerca. Vienen bailando, saltando, gritando y gozando los vecinos del barrio Alameda Reyes. A ellos les correspondió ser los anfitriones de la fiesta del 2 de octubre. Son las cuatro de la tarde y tu deber de matrona del taller es animar a tus colaboradores a sumarse al bunde que arrastra con toda la fuerza de la música del pacífico a que los pies se muevan prácticamente solos.

Javier Restrepo Rengifo, un joven integrante del taller, luciendo sus lentes oscuros, y con algunas copas ya encima, se asoma al balcón y anuncia que “ya vienen las comparsas y dentro del movimiento de gente viene un caché elaborado por Arte y Joya”. Javier aprendió de ver, de mirar. Hace tocados, pecheras, correas, bastones. “Todo lo que sea lo elaboro yo”. Y a medida que llega la música interpretada por la chirimía ya se nota la emoción que las fiesta despierta en él.

 “En 19 años no había salido en una comparsa”, nos cuentas Johanna con un aire que parece ser una disculpa pública, pero no es para menos. Con todo el trabajo que significa que de 55 cachés que participaron en 2015, 23 hayan sido fabricados en tu taller, es porque se ha debido hacer el sacrificio de dejar que la fiesta pase ante tus ojos. “Y logramos que ningún traje se parezca a otro” afirmas con plena seguridad, dejándonos entender que ese es tu principal aporte a la fiesta san pachera.


 La Chirimía, el conjunto musical que acompaña las comparsas es fundamental en el desfile donde se lucen los cachés, el disfraz, y la danza que marca la alegría de la fiesta San Pachera. 

Yamile Romaña lleva junto a ti tres años siendo ayudante del taller. Mientras elabora un cinturón que lucirá la comparsa del Niño Jesús, se debate entre la pena de la entrevista, la alegría, y el esfuerzo de lograr un buen resultado en tu diseño. Disfruta tanto la elaboración del caché como gozó a sus 16 años salir durante todos los días de la fiesta a bailar, y gozar. Ahora sólo se asoma a la venta para ver pasar el desfile y siente palpitar el corazón cuando aquellos que lucen los trajes elaborados por sus manos la saludan, le mandan besos, agradecen, saltan y gritan sabiendo que lucen, como dice Johanna “el caché que les da estatus, presencia. La gente, lo entendí apenas ahora que salí por primera vez a un desfile, le gusta que la admiren, que contemplen su caché, porque han pagado un precio por él”.

“Homenaje a San Francisco” es el caché que hoy luce una de las comparsas del barrio Alameda-Reyes, una de las zonas más comerciales de Quibdó. Desde ya, Johanna empiezas a pensar en el próximo año, desde ya nacen las nuevas ideas, y los diseños empiezan a rondar por tu cabeza. Mientras unos gozan de la fiesta de San Pacho, tú, a tu manera, contribuyes para que cada desfile sea un auténtico carnaval y una elegante muestra de religiosidad popular.

SLIDE FOTOGRÁFICO "DISEÑANDO FANTASÍAS"

LA MINA

sábado, 3 de octubre de 2015

LA FE NAVEGA EN EL ATRATO

LA FE NAVEGA EN EL ATRATO - SLIDE DE FOTOS

LA FE NAVEGA EN EL ATRATO

SERIE: BAILAR, REZAR, NARRAR.
Historias de San Pacho


3 de octubre para la memoria
Por: Gustavo Montenegro Cardona

Las manos del artesano

Se comprometió a llegar temprano y desde las cinco y cincuenta de la mañana ya estaba listo con todo el material. Su misión, armar la balsa mayor que encabeza la procesión fluvial del tres de octubre. La punta de lanza de la balsada, evento fundamental en el cierre de las fiestas de San Pacho, estaba, de nuevo, en las manos artesanales de Casimiro Perlaza.

Carga con un cuerpo de 1,70 cms, es ebanista y aprendió a trabajar la madera por herencia familiar. Desde su puesto de mando orienta a un equipo de cinco personas que carga en sus manos los clavos, los martillos, los serruchos y las maderas para armar la estructura de nueve metros de largo por cuatro metros de ancho que servirá de reposo para la comitiva principal de las fiestas de San Pacho.  

Casimiro sabe que tiene una gran responsabilidad. Esta es el quinto año que se le asigna el reto de armar esta tarima flotante. Ya son las seis y media de la mañana y a primera vista se nota un armazón de listones y tablas entrecruzadas sobre tres frágiles canoas. Sin embargo, al subirse a la estructura se tiene la sensación de estar sobre piso firme.

 Casimiro Perlaza en acción, construyendo la tarima que servirá para la balsa mayor. 


Memoria de trescientos años…y más.

En el contexto de las fiestas franciscanas el tres de octubre es la fecha cuando se conmemora el día que Fray Matías Abad llegó con la imagen del Santo de Asís en 1648 en una balsa remada por indígenas al pueblo de Quibdó, como lo recuerda Ramón Cuesta Valencia, presidente de la Fundación Fiestas Franciscanas.

Casimiro junto a su equipo es el responsable de la estructura de madera, Hammer Antonio Ramos Rentería, por su parte, fue el responsable de diseñar conceptualmente la balsada de este 2015. Para Hammer todo esto resulta una emoción sublime. Suena el martillo, péguele a ese clavo. Grita Casimiro “páseme uno de un cuarto”. Se gritan y se entienden entre ellos. Se mueven entre las canoas haciendo un equilibrio que resulta un caminar natural. Se meten al agua, salen del agua. Serruchan, serruchan, martillan. En el ambiente parece una música de percusión la armada de la significativa estructura. “Yo le meto todo a esta balsada” dice con orgullo Casimiro. “Yo se la meto toda a este tres de octubre”, afirma Hammer, quien a sus 44 años de edad, con tres hijos, y como el dibujante de arquitectura que es, narra con emoción evidente en su voz y sus ojos, lo feliz que lo hace ser el responsable del diseño de la balsa mayor.


Hammer, el diseñador de la balsa mayor.

Entre balsas y bongos.

Vestida, como ella dice, al mejor estilo de la herencia africana, Noency Mosquera Martínez, “conocida en el campo artístico y cultural como El Bongo de Bojayá”, se asoma a las nueve de la mañana por el puerto arenero del barrio San Vicente para revisar que todo esté bien. “Está quedando preciosa la balsa mayor” dice la compositora, cantante, gestora y líder cultural.

El Bongo, como la balsa mayor, es la figura que hace alusión al bote más grande que existe en el río Atrato, y con esa fuerza femenina, Noency resalta que “En los eventos culturales está la esencia de las fiestas patronales de San Pacho”, destacando el mensaje que para este año ha decidido llevar el comité responsable de armar la balsa mayor.


Ella es "El Bongó de Bojayá".

Eulalia Casas es una mujer robusta. Desde donde la miro debe medir más de uno con ochenta. Son las nueve y quince minutos de una mañana calurosa, de cielo nublado, y una ligera, ligerísima brisa. “La seño” como la llama Hammer está atenta a todo el proceso de levantamiento de la estructura. Opina sobre cada detalle. Camina, corre, pasa una piña, pasa un cartucho, se sube a la balsa, se baja, habla con el uno, habla con el otro. Corrige, llama a aquel, llama a fulano, señala un puesto, señala otro lugar. En medio del agite nos cuenta que el propósito de este año ha sido “Resaltar, que eso es lo que tenemos que hacer en las festividades, fortalecer los eventos culturales, haciendo realce a eso, y mandando este mensaje a todos los que participamos, que fortaleciendo, haciendo parte de los eventos contribuimos a la paz de este país”.

Faltan veinte minutos para las diez. El puerto está lleno de personas. Al fondo se escucha un grupo de chirimía ensayar. Cada barrio se ha esmerado por tener su mejor balsa acompañante. Bombas, arcos, flores, san pachos en madera, san pachos en yeso, andas, festones, mujeres vistiendo los cachés de los días pasados, otra banda por allá. Y ahí está Casimiro aún martillando, aún serruchando. Ya falta poco tiempo para comenzar el viaje.

Asuntos de fe, de río, de bosque.

Al Santo lo han decorado con las flores exóticas típicas de la región. No es posible hablar de balsada sin tener presente el mensaje de protección medio ambiental. Con una paz interior que proyecta en medio de su 1,90 de estatura, el profesor Edison Blandón recuerda que San Francisco fue nombrando el santo patrono de la ecología y el medio ambiente. De ahí que con mayor razón se haga un esfuerzo para que la balsada sea una expresión de la relación amigable con el río, con el bosque, con la madera, con el entorno más biodiverso del país.

Son las diez de la mañana. Hammer celebra con sus lágrimas la emoción que le produce este día en especial. Casimiro deberá viajar atento a cualquier circunstancia que pueda pasar durante la navegación. El Santo de Asís se ha apuntalado bien para poder encabezar la marcha fluvial. Arranca la balsada, y dos personajes anónimos para la mayoría del público quibdoseño hoy han puesto su mejor esfuerzo para conmemorar aquella primera llegada de San Pacho a través de este río Atrato por donde hoy navega la fe.  





viernes, 25 de septiembre de 2015

LA RUMBA CIERRA LA ÚLTIMA NOCHE DEL FESTIVAL


Hoy termina PastoJazz

Por: Gustavo Montenegro Cardona

Hoy, 25 de septiembre, es la cita con la última noche del festival “PastoJazz: músicas del mundo”. La rumba del cierre del festival estará a cargo de “Chaworó” de Colombia y la furia del Latin Jazz de “Michael Fleiner y el Septeto Internacional” que llega desde Suiza para finalizar un festival marcado por los matices, la juventud y la alegría.

Fabio Ortiz, el talentoso percusionista nariñense, siempre inquieto, junto al joven Danny Mera, bajita de tiempo completo, decidieron en sus búsquedas investigativas llegar a la definición de un concepto innovador que fusionara el jazz con el inmenso abanico de posibilidades musicales que ofrecen los ritmos latinoamericanos.

Esta noche, junto a “Chaworó”, el público que llegue a “PastoJazz” desde las 7:30 p.m., podrá disfrutar de un repertorio que invoca a los nombres de los protagonistas del jazz y el jazz latino. Percusión, fuerza, descargas, improvisación en su máxima expresión y toda la alegría rumbera justa para este “viernes cultural”.



El nombre del álbum “Tumbando lo habitual” que presentará Michael Fleiner y su septeto internacional parece decirlo todo. En segundo momento todo un “combo” mundial estará en el Teatro Javeriano con músicos de Suiza, Cuba y México interpretando un repertorio cargado de energía y fuerza pura para decir hasta pronto “PastoJazz”.



Aún está a tiempo de adquirir sus boletas de entrada. El ingreso VIP $35.000.oo y General $25.000.oo. Se abre puertas desde las 7:15 p.m. Teatro Javeriano. Nos encontramos en #PastoJazz2015.


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Juan Carlos Santacruz Gaviria
3006519316
correo@fondoculturanarino.org


jueves, 24 de septiembre de 2015

CUANDO LA MÚSICA PENETRA LA PIEL


Tercera noche de PastoJazz

Por: Gustavo Montenegro Cardona

El festival alcanzó un punto álgido de emociones musicales gracias a dos agrupaciones que lograron cautivar al público desde la experimentación, la mezcla de sonidos y la presencia de una instrumentación que resultó todo un descubrimiento.

Desde el fondo del teatro, en lo profundo, emerge un sonido, como si las aguas del río vinieran viajando por las paredes del auditorio. Redil, en el formato de cuarteto ya está en el escenario y los primeros acordes coinciden con un ritmo que marca un compás de tipo festivo. Al formato de contrabajo, saxofón y batería se suma el dulce sonido de la marimba de chonta reclamando un lugar merecido desde que Colombia ha enriquecido desde varios años las diversas formas del jazz.

Basta con llamar a Hugo Candelario González a la escena y los aplausos se acomodan a los sonidos del “Río Guapi”. Con suavidad Fredy Colorado va tomando postura y su percusión irrumpe sin dificultad en el formato que es una mezcla constante de improvisación y juguetonas notas.


Redil convoca a los duendes que se acomodan en la marimba, llama al Riviel, invoca a los imaginarios populares, e invita constantemente a los fantasmas de la memoria ancestral que suenan en la voz del saxofón, que navegan en medio de la alegre percusión, y que juegan con una marimba que más que un instrumento exótico es el alma de esta agrupación que marcó la fiesta en la tercera de las cinco noches de “PastoJazz”.

Los jóvenes juegan, experimentan, son atrevidos, con respeto miran al ancestro, lo evocan, y “cantan” con esos espíritus que son llamados por los sonidos de un contrabajo, la flauta, la guitarra, la marimba, y la percusión alborotada. Redil es un colectivo que produce músicas donde otros aún apenas descubren sus primeras notas.



Actualmente Redil está conformado por músicos colombianos de gran recorrido como Santiago Botero, Urián Sarmiento, Juan Ignacio Arbaiza y Adrian Sabogal. También han enriquecido este trabajo las participaciones de los maestros Hugo Candelario, Freddy Colorado, Pacho Dávila, Lawey Segura y Juan Benavides. La fiesta llegó a “PastoJazz” con Redil Cuarteto, y todo ese sabor resulta fácil de degustar porque es nuestro propio alimento musical. Se despide el grupo colombiano a ritmo de un canto propio de las chirimías chocoanas dejando la piel alborotada y el corazón emocionado.

El “Handpan” tiene la apariencia de unos caparazones de tortuga pegados entre sí. Otros dicen que se parece a unos ovnis venidos de otro mundo. Lo más cierto es que es un aparato inventado como instrumento músico en pleno siglo XXI que ofrece una sonoridad que se acopla con facilidad al formato del piano-guitarra y flauta traversa generando una atmósfera que sin esfuerzo traslada a la audiencia a las sonoridades del lejano oriente.



Liron Man supo recibir la “buena onda” de la audiencia que en mayor número llegó al Teatro Javeriano. El denominado “las manos más rápidas del handpan en el mundo” no tardó en demostrar el por qué de su reconocimiento como intérprete del exuberante instrumento. A su vez, Itamar Erez, un genio de la guitarra daba muestras de virtuosismo al lado de un Barak Sober que se mostraba feliz, divertido, apasionado al sacar de su flauta traversa las notas adecuadas para ofrecer un repertorio que trajo el mundo de África hasta la capital de Nariño.

Las alteraciones rítmicas, las voces instrumentales combinadas, la exploración de los sonidos que llegaban de todos los rincones del mundo, culminaron en un desenfreno musical que realmente dejó huellas en la piel de quienes acudieron al llamado de la quinta versión de “PastoJazz”.


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Juan Carlos Santacruz Gaviria
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miércoles, 23 de septiembre de 2015

LA MONTAÑA RUSA MUSICAL

Martes de jazz
Por Gustavo Montenegro Cardona

Gracias a las fotografías del maestro Quique Rosero.

“Latin Boys Jazz Ensamble” tocó la fibra que conecta la sensibilidad musical, Yeimy Argotti recibió como los grandes su reconocimiento como artista homenajeado y Philipe Sellam contribuyó con un auténtico laboratorio musical en la segunda noche del festival “PastoJazz: músicas del mundo”.


Siete muchachitos subidos en el escenario del Teatro Javeriano jugando a hacer música en serio fue el aperitivo de la noche del 22 de septiembre en la quinta versión de “PastoJazz”. Dirigidos con una emoción vibrante por el maestro Yeimy Argotti Benavides, los “Latin Boys Jazz Ensamble” trajeron con su repertorio las clásicas piezas del jazz latino. Su entrada resultó ser un tributo a las ganas de construir vida desde las experiencias de jóvenes apasionados por hacer de la música algo más que una simple distracción.



John Coltrane, Dizzy Gillespie, Ray Barreto, Chucho Valdés, y muchos otros grandes nombres pasaron de visita por el escenario del Teatro Javeriano a través de una interpretación alegre y festiva que invocó hasta el nombre de Luis E. Nieto con un interesante arreglo del sureño “El Chambú”.

Al decir de Yeimy Argotti, el proceso de “Latin Boys Jazz Ensamble” es un trabajo de “investigar, escuchar, sentir la música para comprender el legado del jazz”. Con emoción apenas justa comenta Yeimy que “dicen que los pastusos somos buenos percusionistas” y se arranca con un arreglo de “Obsesión” que comprobó que el talento es natural entre los nariñenses.

Bien lo dijo Miguel Camacho, “Yeimy Argotti es el midas de Nariño, todo lo que lo toca, lo vuelve oro”. Ese todo, esa suma de experiencia, de disciplina, de talento, de carácter, de trabajo apasionado se convirtió en la justa medida para que este destacado percusionista, docente, y músico de tiempo completo recibiera el “título” de músico homenajeado en la quinta versión de “PastoJazz”.



El conmovedor encanto de “Latin Boys Jazz Ensamble” dialogó con la experiencia de un Philipe Sellam cargado de energía, de sonidos electrizantes, de exploraciones sonoras, y de una propuesta que es lo más parecido a un laboratorio musical en vivo.

Reverberaciones, ecos, cada quien desempeñando su mejor papel. Ya en la batería, ya en los teclados de sonidos electrónicos y clásicos de Alfio, y un saxofón cargado de sorpresas en cada aparición que no es fortuita.



Phillipe Sellam y su trío posee una música que sorprende, que llama la atención, que demanda una interpretación por parte del oyente. Puede resultar tan densa, como digerible. Tan afectiva, como reactiva, pero al fin y al cabo es música, música en clave de jazz, y se disfruta con la misma intensidad de los que supieron expresar en el lenguaje universal los sentimientos y sensaciones traídas desde la lejana Francia hasta “PastoJazz”. Esta segunda noche fue, sin duda, como un viaje a través de la montaña rusa musical.



Y faltan unas cuantas noches más.

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Juan Carlos Santacruz Gaviria
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martes, 22 de septiembre de 2015

EL MESTIZAJE MARCÓ EL COMPÁS

Por: GUSTAVO MONTENEGRO CARDONA

Con una dulce y encantadora Mellisa Pinto, seguida de la Maestría de un Danilo Pérez entregado totalmente al público se inauguró la primera noche de la quinta versión del festival “PastoJazz: músicas del mundo”.

Cuando el público inició su ingreso al auditorio principal del Teatro Javeriano los rostros de los asistentes daban evidentes muestras de asombro. Quien entra por primera vez al remodelado escenario nota la pulcritud, la elegancia, el buen gusto, la armonía y la notoria transformación que sufrió el antiguo lugar ahora convertido en un digno escenario para los mejores espectáculos de la cultura en Pasto.

Al abrir el telón de la primera noche, Miguel Camacho, periodista oficial de la Radio Nacional de Colombia, y enviado especial para ser el maestro de ceremonias oficial del Festival, recordó con gratitud y especial cariño al Teatro Imperial que durante cuatro oportunidades albergó a “PastoJazz”.


Al tomar la palabra el gerente del Fondo Mixto de Cultura de Nariño, entidad organizadora de “PastoJazz”, dio la bienvenida al festival que ya hace parte de la ciudadanía de la capital nariñense. Luego, un silencio. Un silencio de buena espera. Ubicados ya ante cada uno de sus instrumentos, el quinteto dirigido por Melissa Pinto marcó el compás festivo en una seguidilla de temas que trajeron la memoria de las danzas y los sonidos del caribe y la costa pacífica colombiana.



Con su voz que parece todavía la de una niña suave y consentida, Melissa Pinto presentó lo mejor de su producción “Oí, na, má”, que es justamente la consigna de su gira por el circuito de jazz en Colombia. Sonaron bullerengues, cumbias, currulaos, puyas, fandangos, toda esa lujuria festiva en formato de un jazz limpio, con toques de justa improvisación, y para terminar de completar la calidad instrumental, se sumó la voz acompañante de la ya reconocida Urpi Barco.

A medida que subía la temperatura en el salón, el público, ese mismo sorprendido por la espectacularidad del Teatro Javeriano, se dejaba seducir por el juego de luces que durante las cinco noches de festival estará a cargo de Fernando Bermúdez, un auténtico mago de la iluminación profesional.

Luego del receso Miguel Camacho retomó la palabra para anunciar sin ninguna dificultad a Danilo Pérez. Con la nostalgia propia de este romántico del mundo, Miguel recordó que hace algunos años, cuando ya se realizaba la sexta versión del Festival de Jazz del Teatro Libre, tuvo el privilegio de presentar a un Danilo Pérez que ya se constituía en un escritor de su propia historia musical, y que sellaba al escenario del jazz bogotano con la presencia de uno de los grandes músicos del mundo.


“Danilo es un panameño maravilloso que se fue a formar a Estados Unidos y a descubrir lenguajes y construir su propio legado y su propia historia”, dijo Camacho, pero remató que más allá de su pulcra biografía, ante todo, Danilo Pérez es un buen hombre. No se equivoca. El prodigioso pianista demostró toda su aptitud musical frente al reluciente piano del Teatro, y con la armónica compañía de Ben Street y Adam Cruz dejaron el alma en el escenario con lo mejor de su trabajo “Panamá 500”.



La composición de Danilo Pérez es una especie de película mental, una banda sonora llena de matices, de emociones y ritmos combinados. Suena tan latin, suena tan jazz, suena tan americano, suena tan caribe. Así como el mismo Danilo, que al hablar evidenció ese humanismo que lo nutre y moviliza. “Estamos seguros que con la música cambiamos al mundo, tenemos que usarla al máximo, para seguir llevando la paz, y en eso estamos trabajando”, concluyó el líder de este fantástico trío que cerró la noche con una mezcla de boleros clásicos que marcaron el tono romántico de una mestiza noche musical.


Se marchó el panameño conmovido por la calidad de pianistas que se encontró en el taller programado para una hora y que terminó extendiéndose por dos horas más. Un gran preámbulo para recibir la noche del martes 22 al francés Philipe Sellam, y a los Latin Boys Jazz Ensamble. Somos #PastoJazz2015.





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Juan Carlos Santacruz Gaviria
3006519316

lunes, 21 de septiembre de 2015

DESDE HOY, EL MUNDO SE TOMA PASTO

Del 21 al 25 de septiembre el mundo se toma Pasto con la quinta versión del festival “PastoJazz: músicas del mundo”.



Cinco conciertos, diez agrupaciones, invitados de USA, Israel, Suiza, Panamá, Francia, España y lo mejor del talento colombiano junto a la juventud nariñense conforman la carta de presentación de la versión 2015 de “PastoJazz”.

Durante todo un año de gestión, preparación logística y exploración de todas las fuentes necesarias para garantizar el festival, el Fondo Mixto de Cultura de Nariño ofrece al público de Pasto y de Nariño una programación llena de matices, de diversidad cultural hecha música, y de diversas emociones expresadas a través de los ricos y divertidos movimientos del jazz.

La valoración por el talento juvenil y el reconocimiento a los esfuerzos que los artistas locales realizan a favor de la expresión artística musical será el sello particular de esta quinta versión de “PastoJazz, que este año rinde homenaje al talentoso percusionista: Yeimy Argotti Benavides.

La noche de apertura está a cargo del talentoso pianista Danilo Pérez y su trío. Desde Estados Unidos y Panamá llega la expresión del jazz contemporáneo al Teatro Javeriano de Pasto. Junto a este Maestro del escenario jazzístico del mundo estará la virtuosa Melissa Pinto quien en un formato de quinteto recreará los aires del folclor caribe en delicadas composiciones de jazz.

Se abré así la primera de estas cinco noches mágicas que esperan seguir brindando lo mejor de la música del mundo a la capital nariñense. Nos vemos en #PastoJazz2015.

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JUAN CARLOS SANTACRUZ GAVIRIA
3006519316

martes, 6 de enero de 2015

CARNAVAL EN PRIMERA PERSONA

Por: Gustavo Montenegro Cardona



Quien entre a la casa de mi padre, después de cruzar el primer pasillo donde queda su consultorio, y justo frente al primer patio, se encontrará con una antigua máquina de coser. Protegido por un vidrio, el mueble sirve de soporte a una fotografía impresa en papel. En ella todos estamos pintados de negro. Enrique Cardona, mi tío, que llegó a visitarnos junto con su esposa de ese tiempo y sus cuatro hijas. A su lado estamos mi hermano, un primo lejano; Claudia, la niña que adoptamos en casa, mi madre que gozaba como nosotros, mi padre en sus mejores años, Jaime, el responsable del desorden y yo. Jugábamos a carnavales y la experiencia quedó conservada como una foto para la memoria familiar, pero dispuesta para todos los ojos.

En la casa materna, en Ipiales, al sur de Colombia, durante carnavales todos despertábamos con ansiedad esperando que sonara el timbre en la puerta principal. Jaime Armando Figueroa, un amigo de toda la vida, tumaqueño, de un metro con noventa llegaba de improviso. Cubría su cabeza con un gigante sombrero de paja y asistía a la casa con tanto cosmético negro entre sus dedos, que bastaba un solo manotazo para que todos quedáramos pintoreteados hasta las orejas en cuestión de pocos segundos.

Usábamos un antifaz de plástico que en no más de tres rocíos de la carioca de ese entonces quedaba desbaratado. La espuma del carnaval venía en unos envases rojos, delgados, y se guardaba con esmero, pues la poca cantidad del contenido debía durar al menos las dos horas del desfile. Se las denominada cariocas, emulando la festividad brasilera y porque así venían etiquetadas. Lanzaba un chorro débil y fugaz, y su color rosado no demoraba mucho en teñir la ropa. Realmente parecía más la copia de un desodorante que un artículo para jugar carnaval.

Cuando estábamos pintados hasta el ombligo, juego que sucedía al interior de la casa, entre los patios dispuestos para la persecución de unos y otros, nos disponíamos para la foto del recuerdo. Mi padre entonces sintonizaba la emisora en una vieja grabadora a la que mi madre hasta le había cosido su propio forro, y el fondo musical nos hacía compañía festiva mientras aguardábamos el desfile de cada día.

Eran los años cuando sólo se jugaba al cinco y al seis de enero. Lo del carnavalito, el carnaval de la expronvicia, y el día de la juventud se fueron sumando con los años por la necesidad de proponer un carnaval incluyente a todas las generaciones y las diversas comunidades del entrañable y complejo Ipiales.

Cuando el desfile salía desde Bavaria teníamos la ventaja de ser espectadores de primera fila. Era un verdadero gusto salir a la calle una vez sentíamos los primeros acordes de la bombarda que marcaba el compás de la patrimonial Banda Municipal que escoltaba a la trajinada máquina de bomberos desde donde la Reina de cada año lanzaba serpentinas, confites y besos que ponía felices a los coquetos caballeros.

Don Aníbal Bastidas, el carpintero del barrio, el suegro de Jaime, y vecino de al lado, nos surtía de aserrín para el año viejo del 31 de diciembre, y durante carnavales era la alegría caminando. Iniciado el desfile cerraba la carpintería y cuando se unía al grupo ya el tufo a aguardiente y a cigarrillo Pielroja sin filtro delataba su nivel de entusiasmo.

Durante el desfile del cinco apreciábamos con extrañeza la llegada de la familia Ipial. La exhibición de objetos prehispánicos durante el desfile, nos hizo creer en algún momento, que las figuras similares que mi padre conservaba en la casa podían tener un valor incalculable por ser piezas de los ancestros que tal vez se hubieran descubierto en alguna guaca de oro en los tiempos de los abuelos. La idea no tardó mucho en desmoronarse. Nos asustábamos con los hombres disfrazados de monos que lanzaban azotes y con los cusillos, aquellos danzarines que se cubrían con los costales de fique y castigaban con una vejiga de cerdo.

El seis todo era distinto. La calle era una sola nube blanca. Se usaba un nuevo antifaz y el ritual era el mismo. Jaime llegaba, nos vaciaba los tarros de talco en las cabezas como si fuéramos pasteles para hornear, nos tomábamos la foto, y la calle nos esperaba con melodías de lo que siempre identificamos como música ecuatoriana. Las pocas carrozas ya eran magníficas, aunque no llevaban el color de las de estos días, y a su paso aún se sentía el olor fresco del papel recién encolado. Terminado el desfile la orden era una sola, jugar, jugar hasta el cansancio, hasta quedar con la cara pegachenta, y la piel tostada, como si se fuera a partir. Lanzábamos talco, untábamos cosmético blanco y dejábamos que otros hicieran una fiesta con nosotros.

Entonces llegaban Andrés, Norman, Oscar Julián, Osman, los hijos de los militares vecinos, el Ñato, y toda una correría de chiquillos. Tras ellos, algunas horas después, llegaban sus padres a levantar la fiesta en la sala de nuestra casa. Mi madre, anfitriona única, servía chocolate con sándwiches de queso para que tuvieran peso en el estómago y así, sin remordimiento, luego les empacaba todo el aguardiente posible.

Llegada la noche nos enfrentábamos a la osada tarea de quitar de encima todo el polvo y el cosmético que se había recibido en la jornada lúdica. Tomaba largas horas de baño con agua caliente, montones de algodón empapados de aceite, jabón azul, jabón de tierra y todo tipo de recetas caseras para eliminar las marcas del carnaval, que a pesar de todos los esfuerzos, se quedaban durante un par de días más recordándonos la diversión de las buenas horas vividas en medio de la fiesta popular.

Treinta años después la fiesta es diferente, la espuma reemplazó al talco, el cosmético es de múltiples colores, ya no se juega en las casas y tampoco hay fiesta en el patio. Las carrozas son monumentales, sus motivos retratan todo lo que somos como cultura, los colores y el brillo en nada se compara con la palidez de aquellos años de mi infancia. Ya no hay quien nos asuste, año tras año los artistas se esmeran por brindar lo mejor de su locura creativa a los millones de espectadores que aún se maravillan por el efímero arte que ahora cubre extensos kilómetros de una senda que ya no cabe en nuestras ciudades.

Cientos de murgas, comparsas, disfraces, carrozas no motorizadas y enormes carruajes de fantásticos motivos se toman, ya no sólo Ipiales, sino buena parte de Nariño, algunos municipios de Cauca y Putumayo y hasta zonas del Ecuador. Ya no viene mi tío, pero miles de turistas regresan hechizados por el delirio colectivo que despierta este carnaval que no dibuja fronteras.

La madre ya no sirve chocolate a los invitados. Miles de casetas se tomaron las aceras de los parques para hacer de la comida un negocio de temporada que deja réditos a algunos pocos, así como a los dueños de las cervezas y los pasabocas de fécula de maíz. Abunda la publicidad y las orquestas. Mucho mercado, poco barrio. Mucho “perfumado”, pocos Castañedas en el cuatro. El baile en los parques sigue pareciendo un riesgo. Sin embargo, qué no hubiera dado mi madre por tener las redes sociales y la tecnología de hoy para compartir con los suyos la fiesta del sur que día a día tiene más canales para su difusión.

Nunca me hubiera imaginado que quince años después estaría viviendo y enamorándome de uno de los carnavales más sorprendentes del país y que estuviera buscando, una y otra manera para narrar los relatos y las historias que nos permitan defender este patrimonio que, como la foto de mi casa, se cuida porque ahora le pertenece a todos.