martes, 22 de enero de 2008

LOS BUFONES DEL CIRCO MEDIÁTICO.



El teatro es Tumaco y la obra un espectáculo a propósito de la entrega de algunos instrumentos que el programa de Música para la Convivencia entregaría el Ministerio de Cultura a varios niños y jóvenes del pacífico sur. Los actores de reparto se caracterizan por ser negros habitantes de los mangles, de las islas, de los ríos que alimentan al mar de occidente. Músicos y músicas se preparan para ofrendar un banquete de currulaos a la Ministra de Cultura y al Presidente de la República, hombre y mujer que terminarían siendo la pareja protagonista de la historia, y como en muchas ocasiones, esta vez también el hombre tenía más líneas en su libreto.

Los hombres y mujeres detrás del telón sudaron más de una semana para garantizar un concierto con todas las características de un espectáculo masivo como para llenar el Campin. Luces, sonidos, camisetas, corre corre, poses de productores y dueños, censura, autocensura, permisos, caras largas, burocracia, poder, reyesuelos y princesas se apropiaron del Coliseo del Pueblo para ofrecer al gran Rey su concierto. Algo de pan para el pueblo que ya empezaba a sudar la gota de la agonía que produce la espera. Ellos, no tuvieron nunca un crédito.

Yo, espectador del montaje faraónico estaba dispuesto en un rincón de olvido. Junto con algunos amigos llegamos temprano, nos ubicamos en un sitio estratégico y dispusimos todo para esperar como todos. Una tarima estaba detrás de la gigante consola que proporcionaba un delicioso sonido de tambores y marimbas. Las verdaderas estrellas, los niños, niñas, jóvenes, adultos y viejos cantores del pacífico sur nos deleitaron una y otra vez hasta que todos nos sentimos más negros que nunca. Un viento fuerte sopló, y de repente, hombres cargando cámaras gigantes arrasaron a los pequeños camarógrafos de Handycam, las luminarias de RCN y CARACOL, EFE y EL TIEMPO, hicieron su triunfo al descender del avión del ejército que los trajo desde Bogotá rumbo a Tumaco para registrar el evento. Los fotógrafos dotados de inmensos lentes y de cámaras estrambóticas pronto arrasaron con todo el espacio y uno tras otro, periodistas, locutores, reporteros, camarógrafos y técnicos me taparon la vista. Habían llegado los dueños de la opinión.

Durante el concierto nada importó. Cuando el Presidente habló no lanzó ninguna chiva. Del espectáculo no se escuchó ni medio segundo de currulao en la radio o la televisión. Solamente importó el tema del viaje de Alvaro Uribe a Europa. El circo quedó en la memoria del pueblo y en el recuerdo de aquellos que queremos a Tumaco y su gente. El huracán mediático se porta así, como un viento que empuja fuerte, que arrasa, que levante el polvo de las calles y detrás de su camino no queda nada, ni siquiera la tristeza, porque todo se lo lleva con su egolatría sublime. Lástima, lástima que todavía se comporten como estrellas de un espectáculo y olviden quienes son los actores de la vida social. Así lo viví. Entre tanto, en un rincón del coliseo del pueblo, Tumaco Estéreo y el colectivo de Radios Ciudadanas, le contaba a la isla y su gente lo que de verdad quería oir.

No hay comentarios: