jueves, 5 de noviembre de 2009

LA VOZ AL LADO DEL RÍO

MONUMENTO DEL POPORO - VALLEDUPAR


LA VOZ AL LADO DEL RÍO

Por: Gustavo Montenegro Cardona

Coordinador

Observatorio de Medios

Diplomado “Periodismo responsable en el conflicto armado”.

Valledupar

Qué grato es leer y escuchar otra versión de país a través de las producciones de los periodistas que hacen parte del Diplomado “Periodismo responsable en el conflicto armado” en la ciudad de Valledupar. El timbre, la particularidad de la expresión del Cesar, el acento característico; el ritmo que es diferente, la peculiaridad para ver, analizar y narrar los hechos del conflicto, son los detalles a partir de los cuales se va configurando esa cartografía periodística que habla de un país diverso y complejo. Un asunto es concreto, la zona donde hoy hace presencia el diplomado, es un territorio que vive en medio del conflicto armado. Aquí el conflicto no es asunto del pasado, ni es tema cerrado. Por la actualidad de la información analizada, salvo algunos casos, es posible inferir que a pesar de las políticas públicas del Estado colombiano para menguar la acción de los grupos alzados en armas, el conflicto estructural, el conflicto sustancial que aún vive el país se asienta en lugares como La Guajira y el departamento del Cesar con fuerza, con impactos, con efectos que marcan también un tono particular en las narraciones periodísticas.

Esta condición entonces justifica no sólo la presencia del diplomado, sino la de un ejercicio de autoreferenciación de la producción comunicativa por parte de los actores de la comunicación social de la región, para que al autoreferenciar su dinámica en medio del oficio se produzcan preguntas, cuestionamientos, nuevas reflexiones sobre el quehacer del periodista en relación con las circunstancias propias del conflicto armado, pero que a su vez deben redundar en toda la práctica comunicativa.

Nuestra primera observación nos otorga unas pistas iniciales, que como lo comentábamos en otro espacio, en el símil del ejercicio investigativo se trata de establecer un punto de inicio, una línea de base para identificar en este momento cómo nos encontramos, cómo nos vemos, cómo nos ven.

De ahí que la lectura que debe hacerse desde el observado, respecto a quien lo observa, no puede partir del concepto del juzgamiento, pues no es ese nuestro interés. Se trata de construir de manera conjunta, unos mínimos éticos, de calidad, de forma, de contenido, de estructuras, de estilo y de presentación de la información periodística relacionada con el conflicto armado, para que la palabra no sea castigada también por las acciones de la guerra. Se trata de contribuir a proteger entre todos el preciado bien de la verdad y el inmenso valor del derecho a una comunicación constructora de lo público y lo colectivo. A partir de estas premisas, a continuación se hace referencia a las recomendaciones específicas que se plantean para los periodistas que hacen parte de este Diplomado en su versión para Valledupar, desde la primera observación de los trabajos puestos a consideración dentro del Observatorio de Medios:

1. Como una condición que favorece el método de trabajo se solicita comedidamente a todos los participantes hacer llegar el material de trabajo tal y como se emitió en el medio de comunicación, si el periodista desea anexar el documento original antes de pasar por el proceso de edición también lo puede hacer.

2. Se recomienda hacer referencia a la fecha en la cual se emitió o puso en circulación la pieza que se pone a consideración del observatorio. Para la primera observación era necesario contar con producciones realizadas con fecha previa al Diplomado, para las observaciones que restan se debe anexar trabajos producidos durante el tiempo del observatorio, esto con el fin de poder determinar con precisión los efectos e impactos que los contenidos del diplomado tienen en la realización periodística. Por la notable presencia del conflicto en la región se comprende que sea la noticia el género con mayor incidencia a la hora de narrar los hechos, se recomienda indagar, explorar otros géneros, otras propuestas que también den cuenta de los hechos, pero desde otras formas creativas.

3. El ejercicio, la práctica cotidiana puede significar que con el tiempo se llegue a desarrollar una mecánica pragmática que desvincula al periodista de su audiencia, esto lleva a olvidar las relaciones de coherencia que siempre se deben mantener a la hora de informar, de comentar, de socializar un contenido significativo para quienes están al tanto de los sucesos relacionados con el conflicto. Es por eso que la coherencia siempre debe tenerse en cuenta, la relación titular y contenido no puede desvincularse de manera arbitraria.

4. Si el conflicto está presente, y si aún se sienten los impactos de su presencia, no hay motivo que evite que este se nombre y que se califiquen sin necesidad de adjetivar innecesariamente los hechos y sujetos del conflicto armado, como se observó en un gran porcentaje de trabajos que no hacen referencia directa a un calificativo para hablar del conflicto, y otros que adjetivan innecesariamente las situaciones provenientes de los hechos referenciados al conflicto. Si vale la acción de visibilizar lo oculto a través de los medios o de evidenciar las múltiples realidades que se encuentran en la cotidianidad del conflicto, se recomienda mencionar esos hechos ligados a su raíz, a la fuente que origina los sucesos narrados.

5. Siempre se insistirá en la misión ética, en la misión vocacional que el periodista adquiere desde que asume la profesión, de ser un defensor de la palabra, del lenguaje. De ahí que la precisión idiomática se convierte en un requisito ético más que pragmático. De manera general se debe revisar el tema de la sintaxis – ordenamiento lógico de las ideas en coherencia narrativa -, la ortografía, la puntuación y la adecuada utilización de las palabras siguiendo, en estas últimas, la guía orientadora del diccionario de la Real Academia de la Lengua. Esta es una labor de carácter personal que demanda disciplina y autoregulación por parte de los periodistas, de todos los periodistas. Por otra parte, teniendo en cuenta la alta participación que las voces de las víctimas presenta en la mayoría de las producciones, se hace también necesario incluir los marcos de derecho y legislación, tanto del orden nacional como internacional, para que el contexto de los hechos además se justifique en la argumentación jurídica.

6. Esperamos encontrar menos frases de cajón, más contexto, mayor diversidad de fuentes, más participación de otras voces, y por supuesto, mayor creatividad, más uso adecuado de los recursos narrativos, menos sensacionalismo, más pluralidad; menos lugares comunes, más definición de los argumentos que permiten encontrar los métodos de acceso o no a la información.

Ahora bien, por encima de todo esto, se deberá conservar esa voz, esa particularidad cadencia, esa manera propia de contar una región inmensamente rica en expresiones culturales, en formas de afrontar la vida, y en talento humano dispuesto desde el periodismo y la comunicación de devolverle la esperanza a un país que a pesar de negar el conflicto lo sigue viviendo como si ya hiciera parte de nuestras condiciones innegables. De ahí que esperamos seguir oyendo, leyendo y viendo, las palabras que con tono particular surgen a las orillas de los ríos, al pie de una sierra nevada que nos reclama como nación, con el son exclusivo de los hijos de la Guajira y el Cesar.


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