sábado, 19 de julio de 2008

DE LA LIBERTAD Y OTRAS SENSACIONES


Tan pronto el sargento Marulanda elevó los brazos para gritar con toda su fuerza “bienvenido a la libertad” quedó la sensación de que todo el país colombiano exhaló un aire retenido durante los diez años de cautiverio que vivieron Marulanda y sus compañeros de desventura en el oscuro mundo del secuestro. Si el paradigma del Desarrollo Humano exigiera un escenario apropiado para demostrar que el crecimiento económico de una nación no es la única manera de establecer el desarrollo social de un pueblo, Colombia sería el teatro adecuado para tal fin. Estos días no podrían ser más adecuados para este propósito. Si bien el paradigma establece que la mayor riqueza de una nación es su gente, ya no hay duda de que la mayor riqueza para la gente es su libertad, y es desde la libertad como se pueden generar oportunidades para propiciar desarrollos humanos equitativos.


Con el rescate de los ahora exsecuestrados se demuestra que el valor de la libertad sobrepasa cualquier ilusión humana de prestigio, de riqueza, de poder. No hay mejor estado para el cuerpo, para la mente, para el alma que la sensación de saber que se habita el territorio con la garantía de posar los pies sobre su suelo con la tranquilidad de ser libre.

Es esa libertad la que establece la materia prima para el Desarrollo Humano. Queda, sin embargo, la gran inquietud sobre cómo un país entero aún permanece en estado de privación de su libertad, al menos, la psicología colectiva nos permite leer que hay algo entre la ciudadanía nacional que no le permite sentirse libre totalmente, al menos, mientras el secuestro y otras maneras de privación involuntaria de la libertad sigan generando ese miedo, esa tensión, esa sensación de ahogo que quedó develada durante las horas de euforia que produjo la operación “jaque”.



Mientras se especula alrededor de los hechos, de las peripecias militares y diplomáticas, si hubo o no participación de tropas extranjeras o de aliados de otras latitudes para obtener el triunfo militar, también nos debemos preguntar sobre el estado de la libertad colectiva. Si bien el Desarrollo Humano considera la libertad como la serie de procesos que permiten la toma de decisiones y acciones de las personas, y la posibilidad de aprovechar las oportunidades que tienen las personas en diferentes circunstancias, también es importante enfatizar en que esa libertad se puede establecer en términos colectivos desde la relación del mercado y la cultura, y queda en estos momentos una nueva condición que le podría permitir al país genera nuevos procesos frente a su libertad desde este desahogo que le ha generado la liberación de los secuestrados como una simbología del sentir público.

El amanecer del 3 de julio dejó una sensación de estar en un nuevo país, un país que anhelaba de manera general recibir un empujón hacia un nuevo tiempo. Planteo pues que la libertad no sólo es una sensación o una condición que se conciba de manera particular, no es sólo el individuo-ciudadano el que puede determinar con exclusividad la libertad para el desarrollo de una nación. Es desde el colectivo como puede establecerse el derecho y su cumplimiento. El goce de las libertades políticas y civiles, la libertad en el mundo educativo, la libertad para escoger el camino hacia la riqueza, la libertad para las garantías de la equidad, comienza por la liberación del miedo, por la liberación de la esclavitud mental, por la liberación del pensamiento, por la liberación de la palabra.



En un país como Colombia, el conflicto, la guerra, ha contribuido a que la palabra sea limitada, y desde esa condición, la expresión en todas sus perspectivas termina condicionada al temor. La libertad entonces no sólo se ve condicionada tras las cadenas del secuestro, o por las directrices de una política dictatorial. La libertad se limita cuando vemos que en zonas periféricas del país como Nariño, por ejemplo, los crímenes violentos en 2006 aumentaron en un 13% en comparación con el 2005. No obstante, muchos consideran que estas estadísticas son conservadoras, y se estima que la tasa de muertes pudo haber incrementado hasta seis veces. Adicionalmente, según el informe de las misiones humanitarias de Sean García and Andrea Lari, de Refugiados Internacionales, el alarmante crecimiento de nuevos grupos paramilitares se ha visto aparentemente beneficiado de la complacencia tanto del ejército como de la policía, los cuales han estado evadiendo la confrontación.
Los crímenes perpetrados por estos nuevos actores armados no han sido investigados y los responsables no han sido sometidos a la justicia, a pesar de que las voces oficiales claman victorias frente al debilitamiento militar de las FARC y otros grupos alzados en armas. Con todo esto, el país habita en un permanente estado de libertad reprimida, pues los colombianos seguimos presas del terror y aún no hemos superado la antiquísima técnica de matarnos para resolver los conflictos

El país estaba atado y sigue amarrado al árbol del terror. Mientras los miedos colectivos limiten la libertad de los ciudadanos, también el Desarrollo Humano se verá limitado como paradigma. Bienvenido a la libertad, país, ciudadano, amigo. Bienvenido a la libertad, para que el desarrollo tenga un nuevo camino.

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