martes, 16 de diciembre de 2008

ANTES DE LA CLAUSURA


NOS ATROPELLÓ EL RUMOR

Por: Gustavo Montenegro Cardona

Son omnipresentes y sin embargo intangibles. Envenenan el ambiente pero hasta los más moralistas hacen uso frecuente de ellos. A menudo molestan en la relación social y tienen una enorme influencia en la bolsa de valores y en la política. En la competencia por los mercados, los votos y las cuotas de poder, se los utiliza como armas peligrosas. De hecho, han sido y son motivo de más de una guerra y sin embargo, y a pesar de todo, casi no han sido investigados: se trata de los rumores.

Michael Ritter
Consultor en Comunicación Estratégica y Asuntos Públicos.

El once de noviembre de 2008 será recordado como otro día histórico para la región suroccidente de Colombia, por ser la fecha en que se inició una de las crisis sociales y económicas más complejas de la vida del territorio. Este nuevo conflicto tomó por sorpresa a la ciudadanía de Nariño, Cauca y Putumayo, y la confrontación entre Gobierno, Comunidad y Empresas Captadoras de dinero tomó una tonalidad con tendencia a oscurecer el panorama más inmediato para los habitantes de esta zona del país. En medio de esa crisis el ejercicio del periodismo en la región tuvo la oportunidad para medir fuerzas entre la responsabilidad de informar de manera adecuada, y el dejarse atropellar por un poder oscuro, casi invisible que desde el rumor pudiera resultar caótico, casi desastroso e inmanejable.

En la mesa la pelea la ganaron los hilos invisibles. Desde la orilla de la comunicación, la batalla la ganó el rumor y su accionar rápido, diverso y complejo. La desinformación reinó y provocó el caos que se quería evitar en medio de la incertidumbre, de la inmensa duda. La ausencia de los liderazgos se hizo notoria. Nadie tomó la voz, la batuta se perdió, y el periodismo tomó el rumbo del desconcierto.

Es en esos momentos, en la cima del conflicto, en lo más complejo de estas dinámicas sociales y económicas cuando el periodismo en particular y la comunicación en general están llamadas a obrar con serenidad, tranquilidad, pero también con certeza y firmeza. La lección otra vez tenía que pasar por una prueba de fuego y se reprobó con consecuencias que aún se padecen en el día a día. Sin embargo, es desde ahí cuando se hace nuevamente necesario recordar los principios orientadores del Diplomado que nos reúne.

En ese sentido, a la voz de Jesús Martín Barbero, el rumor legitima la comunicación. El rumor demanda, exige, aumenta la necesidad de tener procesos comunicativos adecuados y acertados. Esa comunicación, ejercida desde un periodismo responsable, se traduce en información, simbolización e interpretación de la realidad con criterios fundamentados en la transparencia, la verdad, la solidaridad, el sentido comunitario y el impacto positivo sobre la sociedad civil y el Estado.

La bandera pues de este Diplomado que finaliza y del Observatorio de Medios que llega a su tercera y última presentación será la de insistir sin cansancio que es acción fundamental la formación para estar preparados ante cualquier evento similar, que el CONFLICTO adquiere rostros diversos, y que sea cual sea su disfraz, el periodista siempre deberá estar preparado para descifrar sus enigmas y con responsabilidad absoluta desenmascarar la verdad que se camufla en rostros bellos y se envuelve, a veces, en tentador papel moneda.


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