miércoles, 16 de diciembre de 2015
domingo, 15 de noviembre de 2015
sábado, 24 de octubre de 2015
viernes, 23 de octubre de 2015
PARA CIRCULAR PRODUCCIONES NARIÑO DECIDE
Se llega el día D el próximo 25 de octubre. Compartimos con ustedes las piezas del plan de medios de la Alianza Nariño Decide en el componente audiovisual que pueden servir como insumo para cada uno de sus espacios de cubrimiento este domingo día de elecciones regionales.
Gracias anticipadas a quienes hagan buen uso de este material.
Links de las piezas audivisuales de Nariño Decide con Diego D'Alba que se encuentran en el Canal de Youtube del proyecto.
jueves, 15 de octubre de 2015
DISEÑANDO FANTASÍAS
SERIE:
BAILAR, REZAR, NARRAR.
Historias
de San Pacho
Los cachés no se hacen solos.
Por: Gustavo Montenegro Cardona
Te comprendo Johana, cualquier persona que
haya pasado noches enteras durante los últimos tres meses diseñando y
fabricando 1.700 vestuarios para las comparsas de las fiestas franciscanas
estaría igual de cansada.
Es casi natural que pidas que te
maquillen para verte más presentable ante la cámara que registrará tu
testimonio como diseñadora de cachés para las fiestas san pacheras. Son esas
decisiones las que hacen notorio tu carácter y tu determinación como
diseñadora, empresaria y artesana.
Hoy, justamente hoy, estás de
cumpleaños “los suficientes” dices en medio de esa carcajada que deja ver que
te muestras seria, pero eres una mujer de alegría plena, sonriente, feliz,
dichosa. Por eso te sientas con absoluta naturalidad, dejando reposar todo el
cansancio acumulado por esas jornadas que como bien dices “pueden comenzar a
las ocho de la mañana, y terminar al día siguiente”.
Johanna Valoyez con integrantes de su equipo en el taller "Arte y Joya"
Así te empezamos a conocer Lady Johanna
Valoyez Cuesta, la espléndida representante legal del taller “Arte y Joya” que
al decir de varios sanpacheros hoy diseña los mejores cachés para las fiestas
de San Pacho. Bien lo explicas “el caché es el vestuario que lucen las
empresas, entidades, o personas que de cada barrio desfilan durante la fiesta,
se compone del vestuario, los accesorios, la parafernalia y el tocado”.
Pero esos cachés no se hacen solos. La
calle, tu pasarela principal, exhibe hoy por hoy, el resultado de tus 19 años
de experiencia profesional y de presencia de tus cachés elaborados a mano en
las exuberantes fiestas san pacheras. Lo que muchos no saben es que durante
esos años, en el día a día, suceden hechos como requerir para el desfile de
Cristo Rey ciento diez máscaras y
recibir del proveedor solamente diez, a las once de la mañana, una hora antes
de iniciar el desfile. O pasar por la presión de recibir una orden de pedido de
un día para otro como la solicitud que te hicieron el primero de octubre para
diseñar el caché del desfile del Niño Jesús que sale el tres al medio día.
El "Caché" es un vestuario que quien desfila lo luce con orgullo y gozo.
Mientras conversamos se siente ya el
sonido de los cohetes de pólvora que anuncian que el último desfile del año ya
se acerca. Vienen bailando, saltando, gritando y gozando los vecinos del barrio
Alameda Reyes. A ellos les correspondió ser los anfitriones de la fiesta del 2
de octubre. Son las cuatro de la tarde y tu deber de matrona del taller es
animar a tus colaboradores a sumarse al bunde que arrastra con toda la fuerza
de la música del pacífico a que los pies se muevan prácticamente solos.
Javier Restrepo Rengifo, un joven
integrante del taller, luciendo sus lentes oscuros, y con algunas copas ya
encima, se asoma al balcón y anuncia que “ya vienen las comparsas y dentro del
movimiento de gente viene un caché elaborado por Arte y Joya”. Javier aprendió
de ver, de mirar. Hace tocados, pecheras, correas, bastones. “Todo lo que sea
lo elaboro yo”. Y a medida que llega la música interpretada por la chirimía ya
se nota la emoción que las fiesta despierta en él.
“En 19 años no había salido en una comparsa”,
nos cuentas Johanna con un aire que parece ser una disculpa pública, pero no es
para menos. Con todo el trabajo que significa que de 55 cachés que participaron
en 2015, 23 hayan sido fabricados en tu taller, es porque se ha debido hacer el
sacrificio de dejar que la fiesta pase ante tus ojos. “Y logramos que ningún
traje se parezca a otro” afirmas con plena seguridad, dejándonos entender que
ese es tu principal aporte a la fiesta san pachera.
La Chirimía, el conjunto musical que acompaña las comparsas es fundamental en el desfile donde se lucen los cachés, el disfraz, y la danza que marca la alegría de la fiesta San Pachera.
Yamile Romaña lleva junto a ti tres
años siendo ayudante del taller. Mientras elabora un cinturón que lucirá la
comparsa del Niño Jesús, se debate entre la pena de la entrevista, la alegría,
y el esfuerzo de lograr un buen resultado en tu diseño. Disfruta tanto la
elaboración del caché como gozó a sus 16 años salir durante todos los días de
la fiesta a bailar, y gozar. Ahora sólo se asoma a la venta para ver pasar el
desfile y siente palpitar el corazón cuando aquellos que lucen los trajes
elaborados por sus manos la saludan, le mandan besos, agradecen, saltan y
gritan sabiendo que lucen, como dice Johanna “el caché que les da estatus, presencia.
La gente, lo entendí apenas ahora que salí por primera vez a un desfile, le
gusta que la admiren, que contemplen su caché, porque han pagado un precio por
él”.
“Homenaje a San Francisco” es el caché
que hoy luce una de las comparsas del barrio Alameda-Reyes, una de las zonas
más comerciales de Quibdó. Desde ya, Johanna empiezas a pensar en el próximo
año, desde ya nacen las nuevas ideas, y los diseños empiezan a rondar por tu
cabeza. Mientras unos gozan de la fiesta de San Pacho, tú, a tu manera,
contribuyes para que cada desfile sea un auténtico carnaval y una elegante
muestra de religiosidad popular.
miércoles, 7 de octubre de 2015
martes, 6 de octubre de 2015
sábado, 3 de octubre de 2015
LA FE NAVEGA EN EL ATRATO
SERIE:
BAILAR, REZAR, NARRAR.
Historias
de San Pacho
3 de octubre para la memoria
Por: Gustavo Montenegro Cardona
Las
manos del artesano
Se comprometió a llegar temprano y
desde las cinco y cincuenta de la mañana ya estaba listo con todo el material.
Su misión, armar la balsa mayor que encabeza la procesión fluvial del tres de
octubre. La punta de lanza de la balsada, evento fundamental en el cierre de
las fiestas de San Pacho, estaba, de nuevo, en las manos artesanales de
Casimiro Perlaza.
Carga con un cuerpo de 1,70 cms, es
ebanista y aprendió a trabajar la madera por herencia familiar. Desde su puesto
de mando orienta a un equipo de cinco personas que carga en sus manos los
clavos, los martillos, los serruchos y las maderas para armar la estructura de
nueve metros de largo por cuatro metros de ancho que servirá de reposo para la
comitiva principal de las fiestas de San Pacho.
Casimiro sabe que tiene una gran
responsabilidad. Esta es el quinto año que se le asigna el reto de armar esta
tarima flotante. Ya son las seis y media de la mañana y a primera vista se nota
un armazón de listones y tablas entrecruzadas sobre tres frágiles canoas. Sin
embargo, al subirse a la estructura se tiene la sensación de estar sobre piso
firme.
Casimiro Perlaza en acción, construyendo la tarima que servirá para la balsa mayor.
Memoria
de trescientos años…y más.
En el contexto de las fiestas
franciscanas el tres de octubre es la fecha cuando se conmemora el día que Fray
Matías Abad llegó con la imagen del Santo de Asís en 1648 en una balsa remada
por indígenas al pueblo de Quibdó, como lo recuerda Ramón Cuesta Valencia,
presidente de la Fundación Fiestas Franciscanas.
Casimiro junto a su equipo es el responsable
de la estructura de madera, Hammer Antonio Ramos Rentería, por su parte, fue el
responsable de diseñar conceptualmente la balsada de este 2015. Para Hammer
todo esto resulta una emoción sublime. Suena el martillo, péguele a ese clavo.
Grita Casimiro “páseme uno de un cuarto”. Se gritan y se entienden entre ellos.
Se mueven entre las canoas haciendo un equilibrio que resulta un caminar
natural. Se meten al agua, salen del agua. Serruchan, serruchan, martillan. En
el ambiente parece una música de percusión la armada de la significativa
estructura. “Yo le meto todo a esta balsada” dice con orgullo Casimiro. “Yo se
la meto toda a este tres de octubre”, afirma Hammer, quien a sus 44 años de
edad, con tres hijos, y como el dibujante de arquitectura que es, narra con
emoción evidente en su voz y sus ojos, lo feliz que lo hace ser el responsable
del diseño de la balsa mayor.
Hammer, el diseñador de la balsa mayor.
Entre
balsas y bongos.
Vestida, como ella dice, al mejor
estilo de la herencia africana, Noency Mosquera Martínez, “conocida en el campo
artístico y cultural como El Bongo de Bojayá”, se asoma a las nueve de la
mañana por el puerto arenero del barrio San Vicente para revisar que todo esté
bien. “Está quedando preciosa la balsa mayor” dice la compositora, cantante,
gestora y líder cultural.
El Bongo, como la balsa mayor, es la
figura que hace alusión al bote más grande que existe en el río Atrato, y con
esa fuerza femenina, Noency resalta que “En los eventos culturales está la
esencia de las fiestas patronales de San Pacho”, destacando el mensaje que para
este año ha decidido llevar el comité responsable de armar la balsa mayor.
Ella es "El Bongó de Bojayá".
Eulalia Casas es una mujer robusta.
Desde donde la miro debe medir más de uno con ochenta. Son las nueve y quince
minutos de una mañana calurosa, de cielo nublado, y una ligera, ligerísima
brisa. “La seño” como la llama Hammer está atenta a todo el proceso de
levantamiento de la estructura. Opina sobre cada detalle. Camina, corre, pasa
una piña, pasa un cartucho, se sube a la balsa, se baja, habla con el uno,
habla con el otro. Corrige, llama a aquel, llama a fulano, señala un puesto,
señala otro lugar. En medio del agite nos cuenta que el propósito de este año
ha sido “Resaltar, que eso es lo que tenemos que hacer en las festividades,
fortalecer los eventos culturales, haciendo realce a eso, y mandando este
mensaje a todos los que participamos, que fortaleciendo, haciendo parte de los
eventos contribuimos a la paz de este país”.
Faltan veinte minutos para las diez. El
puerto está lleno de personas. Al fondo se escucha un grupo de chirimía
ensayar. Cada barrio se ha esmerado por tener su mejor balsa acompañante.
Bombas, arcos, flores, san pachos en madera, san pachos en yeso, andas,
festones, mujeres vistiendo los cachés de los días pasados, otra banda por
allá. Y ahí está Casimiro aún martillando, aún serruchando. Ya falta poco
tiempo para comenzar el viaje.
Asuntos
de fe, de río, de bosque.
Al Santo lo han decorado con las flores
exóticas típicas de la región. No es posible hablar de balsada sin tener
presente el mensaje de protección medio ambiental. Con una paz interior que
proyecta en medio de su 1,90 de estatura, el profesor Edison Blandón recuerda
que San Francisco fue nombrando el santo patrono de la ecología y el medio
ambiente. De ahí que con mayor razón se haga un esfuerzo para que la balsada
sea una expresión de la relación amigable con el río, con el bosque, con la
madera, con el entorno más biodiverso del país.
Son las diez de la mañana. Hammer
celebra con sus lágrimas la emoción que le produce este día en especial.
Casimiro deberá viajar atento a cualquier circunstancia que pueda pasar durante
la navegación. El Santo de Asís se ha apuntalado bien para poder encabezar la
marcha fluvial. Arranca la balsada, y dos personajes anónimos para la mayoría
del público quibdoseño hoy han puesto su mejor esfuerzo para conmemorar aquella
primera llegada de San Pacho a través de este río Atrato por donde hoy navega
la fe.
martes, 29 de septiembre de 2015
viernes, 25 de septiembre de 2015
LA RUMBA CIERRA LA ÚLTIMA NOCHE DEL FESTIVAL
Hoy termina PastoJazz
Por:
Gustavo Montenegro Cardona
Hoy,
25 de septiembre, es la cita con la última noche del festival “PastoJazz:
músicas del mundo”. La rumba del cierre del festival estará a cargo de “Chaworó”
de Colombia y la furia del Latin Jazz de “Michael Fleiner y el Septeto
Internacional” que llega desde Suiza para finalizar un festival marcado por los
matices, la juventud y la alegría.
Fabio Ortiz, el talentoso percusionista
nariñense, siempre inquieto, junto al joven Danny Mera, bajita de tiempo
completo, decidieron en sus búsquedas investigativas llegar a la definición de
un concepto innovador que fusionara el jazz con el inmenso abanico de
posibilidades musicales que ofrecen los ritmos latinoamericanos.
Esta noche, junto a “Chaworó”, el
público que llegue a “PastoJazz” desde las 7:30 p.m., podrá disfrutar de un
repertorio que invoca a los nombres de los protagonistas del jazz y el jazz
latino. Percusión, fuerza, descargas, improvisación en su máxima expresión y
toda la alegría rumbera justa para este “viernes cultural”.
El nombre del álbum “Tumbando lo
habitual” que presentará Michael Fleiner y su septeto internacional parece
decirlo todo. En segundo momento todo un “combo” mundial estará en el Teatro
Javeriano con músicos de Suiza, Cuba y México interpretando un repertorio
cargado de energía y fuerza pura para decir hasta pronto “PastoJazz”.
Aún está a tiempo de adquirir sus
boletas de entrada. El ingreso VIP $35.000.oo y General $25.000.oo. Se abre
puertas desde las 7:15 p.m. Teatro Javeriano. Nos encontramos en
#PastoJazz2015.
Mayor
información
Juan Carlos Santacruz Gaviria
3006519316
correo@fondoculturanarino.org
jueves, 24 de septiembre de 2015
CUANDO LA MÚSICA PENETRA LA PIEL
Tercera noche de PastoJazz
Por:
Gustavo Montenegro Cardona
El
festival alcanzó un punto álgido de emociones musicales gracias a dos
agrupaciones que lograron cautivar al público desde la experimentación, la
mezcla de sonidos y la presencia de una instrumentación que resultó todo un
descubrimiento.
Desde el fondo del teatro, en lo
profundo, emerge un sonido, como si las aguas del río vinieran viajando por las
paredes del auditorio. Redil, en el formato de cuarteto ya está en el escenario
y los primeros acordes coinciden con un ritmo que marca un compás de tipo
festivo. Al formato de contrabajo, saxofón y batería se suma el dulce sonido de
la marimba de chonta reclamando un lugar merecido desde que Colombia ha
enriquecido desde varios años las diversas formas del jazz.
Basta con llamar a Hugo Candelario
González a la escena y los aplausos se acomodan a los sonidos del “Río Guapi”.
Con suavidad Fredy Colorado va tomando postura y su percusión irrumpe sin
dificultad en el formato que es una mezcla constante de improvisación y
juguetonas notas.
Redil convoca a los duendes que se
acomodan en la marimba, llama al Riviel, invoca a los imaginarios populares, e
invita constantemente a los fantasmas de la memoria ancestral que suenan en la
voz del saxofón, que navegan en medio de la alegre percusión, y que juegan con
una marimba que más que un instrumento exótico es el alma de esta agrupación
que marcó la fiesta en la tercera de las cinco noches de “PastoJazz”.
Los jóvenes juegan, experimentan, son
atrevidos, con respeto miran al ancestro, lo evocan, y “cantan” con esos
espíritus que son llamados por los sonidos de un contrabajo, la flauta, la
guitarra, la marimba, y la percusión alborotada. Redil es un colectivo que produce
músicas donde otros aún apenas descubren sus primeras notas.
Actualmente Redil está
conformado por músicos colombianos de gran recorrido como Santiago Botero,
Urián Sarmiento, Juan Ignacio Arbaiza y Adrian Sabogal. También han enriquecido
este trabajo las participaciones de los maestros Hugo Candelario, Freddy Colorado,
Pacho Dávila, Lawey Segura y Juan Benavides. La
fiesta llegó a “PastoJazz” con Redil Cuarteto, y todo ese sabor resulta fácil
de degustar porque es nuestro propio alimento musical. Se despide el grupo
colombiano a ritmo de un canto propio de las chirimías chocoanas dejando la
piel alborotada y el corazón emocionado.
El “Handpan” tiene la apariencia de
unos caparazones de tortuga pegados entre sí. Otros dicen que se parece a unos
ovnis venidos de otro mundo. Lo más cierto es que es un aparato inventado como
instrumento músico en pleno siglo XXI que ofrece una sonoridad que se acopla
con facilidad al formato del piano-guitarra y flauta traversa generando una
atmósfera que sin esfuerzo traslada a la audiencia a las sonoridades del lejano
oriente.
Liron Man supo recibir la “buena onda”
de la audiencia que en mayor número llegó al Teatro Javeriano. El denominado “las
manos más rápidas del handpan en el mundo” no tardó en demostrar el por qué de
su reconocimiento como intérprete del exuberante instrumento. A su vez, Itamar
Erez, un genio de la guitarra daba muestras de virtuosismo al lado de un Barak
Sober que se mostraba feliz, divertido, apasionado al sacar de su flauta
traversa las notas adecuadas para ofrecer un repertorio que trajo el mundo de África
hasta la capital de Nariño.
Las alteraciones rítmicas, las voces
instrumentales combinadas, la exploración de los sonidos que llegaban de todos
los rincones del mundo, culminaron en un desenfreno musical que realmente dejó
huellas en la piel de quienes acudieron al llamado de la quinta versión de “PastoJazz”.
Mayor
información
Juan Carlos Santacruz Gaviria
3006519316
correo@fondoculturanarino.org
miércoles, 23 de septiembre de 2015
LA MONTAÑA RUSA MUSICAL
Martes de jazz
Por Gustavo
Montenegro Cardona
Gracias a las fotografías del maestro Quique Rosero.
“Latin Boys Jazz Ensamble” tocó la fibra que conecta
la sensibilidad musical, Yeimy Argotti recibió como los grandes su
reconocimiento como artista homenajeado y Philipe Sellam contribuyó con un
auténtico laboratorio musical en la segunda noche del festival “PastoJazz:
músicas del mundo”.
Siete
muchachitos subidos en el escenario del Teatro Javeriano jugando a hacer música
en serio fue el aperitivo de la noche del 22 de septiembre en la quinta versión
de “PastoJazz”. Dirigidos con una emoción vibrante por el maestro Yeimy Argotti
Benavides, los “Latin Boys Jazz Ensamble” trajeron con su repertorio las
clásicas piezas del jazz latino. Su entrada resultó ser un tributo a las ganas
de construir vida desde las experiencias de jóvenes apasionados por hacer de la
música algo más que una simple distracción.
John Coltrane,
Dizzy Gillespie, Ray Barreto, Chucho Valdés, y muchos otros grandes nombres
pasaron de visita por el escenario del Teatro Javeriano a través de una
interpretación alegre y festiva que invocó hasta el nombre de Luis E. Nieto con
un interesante arreglo del sureño “El Chambú”.
Al decir de
Yeimy Argotti, el proceso de “Latin Boys Jazz Ensamble” es un trabajo de “investigar,
escuchar, sentir la música para comprender el legado del jazz”. Con emoción apenas
justa comenta Yeimy que “dicen que los pastusos somos buenos percusionistas” y
se arranca con un arreglo de “Obsesión” que comprobó que el talento es natural
entre los nariñenses.
Bien lo dijo
Miguel Camacho, “Yeimy Argotti es el midas de Nariño, todo lo que lo toca, lo
vuelve oro”. Ese todo, esa suma de experiencia, de disciplina, de talento, de
carácter, de trabajo apasionado se convirtió en la justa medida para que este
destacado percusionista, docente, y músico de tiempo completo recibiera el “título”
de músico homenajeado en la quinta versión de “PastoJazz”.
El conmovedor
encanto de “Latin Boys Jazz Ensamble” dialogó con la experiencia de un Philipe
Sellam cargado de energía, de sonidos electrizantes, de exploraciones sonoras,
y de una propuesta que es lo más parecido a un laboratorio musical en vivo.
Reverberaciones,
ecos, cada quien desempeñando su mejor papel. Ya en la batería, ya en los teclados
de sonidos electrónicos y clásicos de Alfio, y un saxofón cargado de sorpresas
en cada aparición que no es fortuita.
Phillipe Sellam
y su trío posee una música que sorprende, que llama la atención, que demanda
una interpretación por parte del oyente. Puede resultar tan densa, como
digerible. Tan afectiva, como reactiva, pero al fin y al cabo es música, música
en clave de jazz, y se disfruta con la misma intensidad de los que supieron
expresar en el lenguaje universal los sentimientos y sensaciones traídas desde
la lejana Francia hasta “PastoJazz”. Esta segunda noche fue, sin duda, como un
viaje a través de la montaña rusa musical.
Y faltan unas
cuantas noches más.
Mayor información
Juan Carlos
Santacruz Gaviria
3006519316
correo@fondoculturanarino.org
martes, 22 de septiembre de 2015
EL MESTIZAJE MARCÓ EL COMPÁS
Por: GUSTAVO MONTENEGRO CARDONA
Con una dulce y encantadora Mellisa Pinto, seguida de
la Maestría de un Danilo Pérez entregado totalmente al público se inauguró la
primera noche de la quinta versión del festival “PastoJazz: músicas del mundo”.
Cuando el
público inició su ingreso al auditorio principal del Teatro Javeriano los
rostros de los asistentes daban evidentes muestras de asombro. Quien entra por
primera vez al remodelado escenario nota la pulcritud, la elegancia, el buen
gusto, la armonía y la notoria transformación que sufrió el antiguo lugar ahora
convertido en un digno escenario para los mejores espectáculos de la cultura en
Pasto.
Al abrir el
telón de la primera noche, Miguel Camacho, periodista oficial de la Radio
Nacional de Colombia, y enviado especial para ser el maestro de ceremonias
oficial del Festival, recordó con gratitud y especial cariño al Teatro Imperial
que durante cuatro oportunidades albergó a “PastoJazz”.
Al tomar la
palabra el gerente del Fondo Mixto de Cultura de Nariño, entidad organizadora
de “PastoJazz”, dio la bienvenida al festival que ya hace parte de la ciudadanía
de la capital nariñense. Luego, un silencio. Un silencio de buena espera.
Ubicados ya ante cada uno de sus instrumentos, el quinteto dirigido por Melissa
Pinto marcó el compás festivo en una seguidilla de temas que trajeron la
memoria de las danzas y los sonidos del caribe y la costa pacífica colombiana.
Con su voz que
parece todavía la de una niña suave y consentida, Melissa Pinto presentó lo
mejor de su producción “Oí, na, má”, que es justamente la consigna de su gira
por el circuito de jazz en Colombia. Sonaron bullerengues, cumbias, currulaos,
puyas, fandangos, toda esa lujuria festiva en formato de un jazz limpio, con
toques de justa improvisación, y para terminar de completar la calidad
instrumental, se sumó la voz acompañante de la ya reconocida Urpi Barco.
A medida que
subía la temperatura en el salón, el público, ese mismo sorprendido por la
espectacularidad del Teatro Javeriano, se dejaba seducir por el juego de luces
que durante las cinco noches de festival estará a cargo de Fernando Bermúdez,
un auténtico mago de la iluminación profesional.
Luego del
receso Miguel Camacho retomó la palabra para anunciar sin ninguna dificultad a
Danilo Pérez. Con la nostalgia propia de este romántico del mundo, Miguel
recordó que hace algunos años, cuando ya se realizaba la sexta versión del
Festival de Jazz del Teatro Libre, tuvo el privilegio de presentar a un Danilo
Pérez que ya se constituía en un escritor de su propia historia musical, y que
sellaba al escenario del jazz bogotano con la presencia de uno de los grandes
músicos del mundo.
“Danilo es un
panameño maravilloso que se fue a formar a Estados Unidos y a descubrir
lenguajes y construir su propio legado y su propia historia”, dijo Camacho,
pero remató que más allá de su pulcra biografía, ante todo, Danilo Pérez es un
buen hombre. No se equivoca. El prodigioso pianista demostró toda su aptitud
musical frente al reluciente piano del Teatro, y con la armónica compañía de Ben
Street y Adam Cruz dejaron el alma en el escenario con lo mejor de su trabajo “Panamá
500”.
La composición
de Danilo Pérez es una especie de película mental, una banda sonora llena de
matices, de emociones y ritmos combinados. Suena tan latin, suena tan jazz,
suena tan americano, suena tan caribe. Así como el mismo Danilo, que al hablar
evidenció ese humanismo que lo nutre y moviliza. “Estamos seguros que con la
música cambiamos al mundo, tenemos que usarla al máximo, para seguir llevando
la paz, y en eso estamos trabajando”, concluyó el líder de este fantástico trío
que cerró la noche con una mezcla de boleros clásicos que marcaron el tono
romántico de una mestiza noche musical.
Se marchó el
panameño conmovido por la calidad de pianistas que se encontró en el taller
programado para una hora y que terminó extendiéndose por dos horas más. Un gran
preámbulo para recibir la noche del martes 22 al francés Philipe Sellam, y a
los Latin Boys Jazz Ensamble. Somos #PastoJazz2015.
Mayor información
Juan Carlos
Santacruz Gaviria
3006519316
lunes, 21 de septiembre de 2015
DESDE HOY, EL MUNDO SE TOMA PASTO
Del 21 al 25 de septiembre el mundo se toma Pasto con
la quinta versión del festival “PastoJazz: músicas del mundo”.
Cinco conciertos,
diez agrupaciones, invitados de USA, Israel, Suiza, Panamá, Francia, España y
lo mejor del talento colombiano junto a la juventud nariñense conforman la
carta de presentación de la versión 2015 de “PastoJazz”.
Durante todo un
año de gestión, preparación logística y exploración de todas las fuentes
necesarias para garantizar el festival, el Fondo Mixto de Cultura de Nariño
ofrece al público de Pasto y de Nariño una programación llena de matices, de
diversidad cultural hecha música, y de diversas emociones expresadas a través
de los ricos y divertidos movimientos del jazz.
La valoración
por el talento juvenil y el reconocimiento a los esfuerzos que los artistas
locales realizan a favor de la expresión artística musical será el sello
particular de esta quinta versión de “PastoJazz, que este año rinde homenaje al
talentoso percusionista: Yeimy Argotti Benavides.
La noche de
apertura está a cargo del talentoso pianista Danilo Pérez y su trío. Desde
Estados Unidos y Panamá llega la expresión del jazz contemporáneo al Teatro
Javeriano de Pasto. Junto a este Maestro del escenario jazzístico del mundo
estará la virtuosa Melissa Pinto quien en un formato de quinteto recreará los
aires del folclor caribe en delicadas composiciones de jazz.
Se abré así la
primera de estas cinco noches mágicas que esperan seguir brindando lo mejor de
la música del mundo a la capital nariñense. Nos vemos en #PastoJazz2015.
Más información
JUAN CARLOS
SANTACRUZ GAVIRIA
3006519316
jueves, 17 de septiembre de 2015
martes, 15 de septiembre de 2015
lunes, 7 de septiembre de 2015
lunes, 31 de agosto de 2015
miércoles, 26 de agosto de 2015
sábado, 22 de agosto de 2015
sábado, 9 de mayo de 2015
viernes, 23 de enero de 2015
martes, 6 de enero de 2015
CARNAVAL EN PRIMERA PERSONA
Por:
Gustavo Montenegro Cardona
Quien entre a la casa de mi padre, después de
cruzar el primer pasillo donde queda su consultorio, y justo frente al primer
patio, se encontrará con una antigua máquina de coser. Protegido por un vidrio,
el mueble sirve de soporte a una fotografía impresa en papel. En ella todos
estamos pintados de negro. Enrique Cardona, mi tío, que llegó a visitarnos
junto con su esposa de ese tiempo y sus cuatro hijas. A su lado estamos mi
hermano, un primo lejano; Claudia, la niña que adoptamos en casa, mi madre que gozaba como nosotros, mi padre en sus mejores años, Jaime, el responsable del desorden y yo. Jugábamos a carnavales y
la experiencia quedó conservada como una foto para la memoria familiar, pero
dispuesta para todos los ojos.
En la casa materna, en Ipiales, al sur de
Colombia, durante carnavales todos despertábamos con ansiedad esperando que sonara el timbre en la
puerta principal. Jaime Armando Figueroa, un amigo de toda la vida, tumaqueño,
de un metro con noventa llegaba de improviso. Cubría su cabeza con un gigante
sombrero de paja y asistía a la casa con tanto cosmético negro entre sus dedos,
que bastaba un solo manotazo para que todos quedáramos pintoreteados hasta las
orejas en cuestión de pocos segundos.
Usábamos un antifaz de plástico que en no más
de tres rocíos de la carioca de ese entonces quedaba desbaratado. La espuma del
carnaval venía en unos envases rojos, delgados, y se guardaba con esmero, pues
la poca cantidad del contenido debía durar al menos las dos horas del desfile.
Se las denominada cariocas, emulando la festividad brasilera y porque así
venían etiquetadas. Lanzaba un chorro débil y fugaz, y su color rosado no
demoraba mucho en teñir la ropa. Realmente parecía más la copia de un
desodorante que un artículo para jugar carnaval.
Cuando estábamos pintados hasta el ombligo,
juego que sucedía al interior de la casa, entre los patios dispuestos para la
persecución de unos y otros, nos disponíamos para la foto del recuerdo. Mi
padre entonces sintonizaba la emisora en una vieja grabadora a la que mi madre
hasta le había cosido su propio forro, y el fondo musical nos hacía compañía
festiva mientras aguardábamos el desfile de cada día.
Eran los años cuando sólo se jugaba al cinco y
al seis de enero. Lo del carnavalito, el carnaval de la expronvicia, y el día
de la juventud se fueron sumando con los años por la necesidad de proponer un
carnaval incluyente a todas las generaciones y las diversas comunidades del entrañable
y complejo Ipiales.
Cuando el desfile salía desde Bavaria teníamos
la ventaja de ser espectadores de primera fila. Era un verdadero gusto salir a
la calle una vez sentíamos los primeros acordes de la bombarda que marcaba el
compás de la patrimonial Banda Municipal que escoltaba a la trajinada máquina
de bomberos desde donde la Reina de cada año lanzaba serpentinas, confites y
besos que ponía felices a los coquetos caballeros.
Don Aníbal Bastidas, el carpintero del barrio,
el suegro de Jaime, y vecino de al lado, nos surtía de aserrín para el año
viejo del 31 de diciembre, y durante carnavales era la alegría caminando.
Iniciado el desfile cerraba la carpintería y cuando se unía al grupo ya el tufo
a aguardiente y a cigarrillo Pielroja sin filtro delataba su nivel de
entusiasmo.
Durante el desfile del cinco apreciábamos con
extrañeza la llegada de la familia Ipial. La exhibición de objetos
prehispánicos durante el desfile, nos hizo creer en algún momento, que las
figuras similares que mi padre conservaba en la casa podían tener un valor
incalculable por ser piezas de los ancestros que tal vez se hubieran
descubierto en alguna guaca de oro en los tiempos de los abuelos. La idea no
tardó mucho en desmoronarse. Nos asustábamos con los hombres disfrazados de
monos que lanzaban azotes y con los cusillos, aquellos danzarines que se
cubrían con los costales de fique y castigaban con una vejiga de cerdo.
El seis todo era distinto. La calle era una
sola nube blanca. Se usaba un nuevo antifaz y el ritual era el mismo. Jaime
llegaba, nos vaciaba los tarros de talco en las cabezas como si fuéramos
pasteles para hornear, nos tomábamos la foto, y la calle nos esperaba con
melodías de lo que siempre identificamos como música ecuatoriana. Las pocas
carrozas ya eran magníficas, aunque no llevaban el color de las de estos días,
y a su paso aún se sentía el olor fresco del papel recién encolado. Terminado
el desfile la orden era una sola, jugar, jugar hasta el cansancio, hasta quedar
con la cara pegachenta, y la piel tostada, como si se fuera a partir.
Lanzábamos talco, untábamos cosmético blanco y dejábamos que otros hicieran una
fiesta con nosotros.
Entonces llegaban Andrés, Norman, Oscar
Julián, Osman, los hijos de los militares vecinos, el Ñato, y toda una correría
de chiquillos. Tras ellos, algunas horas después, llegaban sus padres a
levantar la fiesta en la sala de nuestra casa. Mi madre, anfitriona única,
servía chocolate con sándwiches de queso para que tuvieran peso en el estómago
y así, sin remordimiento, luego les empacaba todo el aguardiente posible.
Llegada la noche nos enfrentábamos a la osada
tarea de quitar de encima todo el polvo y el cosmético que se había recibido en
la jornada lúdica. Tomaba largas horas de baño con agua caliente, montones de
algodón empapados de aceite, jabón azul, jabón de tierra y todo tipo de recetas
caseras para eliminar las marcas del carnaval, que a pesar de todos los
esfuerzos, se quedaban durante un par de días más recordándonos la diversión de
las buenas horas vividas en medio de la fiesta popular.
Treinta años después la fiesta es diferente,
la espuma reemplazó al talco, el cosmético es de múltiples colores, ya no se
juega en las casas y tampoco hay fiesta en el patio. Las carrozas son monumentales,
sus motivos retratan todo lo que somos como cultura, los colores y el brillo en
nada se compara con la palidez de aquellos años de mi infancia. Ya no hay quien
nos asuste, año tras año los artistas se esmeran por brindar lo mejor de su
locura creativa a los millones de espectadores que aún se maravillan por el
efímero arte que ahora cubre extensos kilómetros de una senda que ya no cabe en
nuestras ciudades.
Cientos de murgas, comparsas, disfraces,
carrozas no motorizadas y enormes carruajes de fantásticos motivos se toman, ya
no sólo Ipiales, sino buena parte de Nariño, algunos municipios de Cauca y
Putumayo y hasta zonas del Ecuador. Ya no viene mi tío, pero miles de turistas
regresan hechizados por el delirio colectivo que despierta este carnaval que no
dibuja fronteras.
La madre ya no sirve chocolate a los
invitados. Miles de casetas se tomaron las aceras de los parques para hacer de
la comida un negocio de temporada que deja réditos a algunos pocos, así como a
los dueños de las cervezas y los pasabocas de fécula de maíz. Abunda la publicidad
y las orquestas. Mucho mercado, poco barrio. Mucho “perfumado”, pocos
Castañedas en el cuatro. El baile en los parques sigue pareciendo un riesgo. Sin
embargo, qué no hubiera dado mi madre por tener las redes sociales y la
tecnología de hoy para compartir con los suyos la fiesta del sur que día a día
tiene más canales para su difusión.
Nunca me hubiera imaginado que quince años
después estaría viviendo y enamorándome de uno de los carnavales más
sorprendentes del país y que estuviera buscando, una y otra manera para narrar
los relatos y las historias que nos permitan defender este patrimonio que, como
la foto de mi casa, se cuida porque ahora le pertenece a todos.
Etiquetas:
6 DE ENERO,
CARNAVAL DE NEGROS Y BLANCOS,
CARNAVALES,
CULTURA,
FONDO MIXTO DE CULTURA DE NARIÑO,
GUSTAVO MONTENEGRO,
IPIALES,
JAIME FIGUEROA,
LA OTRA SENDA,
NARIÑO,
PASTO,
PATRIMONIO
Suscribirse a:
Entradas (Atom)