domingo, 9 de noviembre de 2008

PARA DIFERENCIAR, PARA CREAR:


AQUÍ UNA REFLEXIÓN SOBRE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS QUE SE SOCIALIZÓ EN EL MARCO DEL DIPLOMADO DE PERIODISMO RESPONSABLE EN EL CONFLICTO ARMADO.


C.S. GUSTAVO MONTENEGRO CARDONA

Coordinador

Observatorio de Medios

Diplomado Periodismo Responsable en el Conflicto Armado.


Los efectos de la posmodernidad también tenían que afectar al periodismo y sus dinámicas. Reflejo de este hecho es esa tendencia de negar las fronteras que dividen el principio básico del origen de las especies que es el de diferenciarnos a pesar de nuestras múltiples similitudes. Otros dirán que se trata de establecer la igual a pesar de nuestras diferencias. Me refiero con precisión a esa práctica novedosa que busca negar ciertos paradigmas por el sólo hecho de tratar de validar la concepción de integración de las disciplinas y de las artes. Esa práctica es la que impide, en algunos casos, diferenciar entre una y otra manera de narrar, principio básico del establecimiento del género como esa capacidad que tiene el género humano de clasificar, de organizar, de poner límites. Otros, insisto, seguirán también insistiendo en que esas fronteras hay que borrarlas y que ya no importa si una información se ofrece como crónica o reportaje, o como noticia o como informe, igual no importa, todo vale, todo cabe en la misma valija.

Pues no. El asunto no es tan fácil, y no resulta tan práctico a la hora de narrar desde el periodismo. Y aunque esto pueda significar dar un paso a la modernidad, es decir, a la palabra oral, a la narración desde el lenguaje primario, pues será mejor hacerlo antes de renunciar al derecho por organizar sistemáticamente las opciones narrativas con las que cuenta el periodista para informar, para establecer simbologías y sentidos o para contribuir a la interpretación de las realidades.

Género es una palabra que proviene del latín, genus-géneris, en resumen de la palabra que determina clase, estirpe, nacimiento, legitimidad, por supuesto, génesis nacimiento y orden. Esto, además, es una mala noticia para las feministas que confunden el género con la diferenciación sexual, cuando adaptan género a la palabra "gender" en inglés, término propuesto por la ONU para referirnos a un fenómeno sociocultural; que significa sexo. Al traducirlo al español quedó "violencia de género" que también hubiera quedado bien como "violencia de sexo"; en inglés está bien dicho, en castellano no, la culpable ha sido la mala traducción gramatical.
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Ahora bien, es en el género donde se produce la propiedad de distinguir, de diferenciar, de clasificar y de otorgar propiedades que nos evitan, precisamente las confusiones. El género existe para que no canten nuestros compañeros de aula “una de estas cosas, no es como la otra, es diferente de todas las demás…” El género evita que nos metan gato por liebre, y establece mecanismos de ordenamiento territorial, incluyendo, por supuesto, los espacios del periodismo.

Si en la literatura podemos establecer la diferencia entre el cuento y la novela, y en el cine diferenciamos la ficción de la no ficción, y tenemos claridad conceptual y técnica a la hora de realizar una película del oeste o un filme melodramático, es precisamente gracias al género, a la frontera. En ese mismo sentido, un reportaje no será igual a una crónica, y una noticia nunca será igual a un informe especial.

Comprendido esto, es necesario entonces establecer como punto de partida la intencionalidad comunicacional. Es desde el objetivo propuesto por el comunicador, por el periodista de donde nace también el género que tendrá el mensaje para ser narrado. De manera básica se consideran tres propósitos comunicativos al momento de querer contar:

La información.
La significación.
La hermenéutica o interpretación de las realidades.

Entonces, casi que de manera lógica, si lo que el periodista desea es informar, podrá acudir a los GÉNEROS INFORMATIVOS que le permiten consolidar sus datos en unas formas propias para este objetivo. La reina del género informativo es la noticia, y la acompañan siempre la nota breve y la nota ampliada, que de todas maneras son noticias, pero que se diferencian simplemente en términos de extensión, cual más, cual menos. Sus características principales son la de contar con una fuente para la enunciación informativa básica, y en los tiempos calientes de su realización, pero que exige la triangulación de la información en el desarrollo y ampliación del hecho informado.

Pero nada mejor que la crónica para generar en el lector conductas ligadas a la sensibilidad, a la producción de imaginarios y a la generación de símbolos. La crónica pisa otros terrenos, y aunque al decir de Juan Villoro merece la connotación del ornitorrinco del medio, pues también se diferencia de los otros géneros a pesar de recoger de cada uno de ellos un poco, unas ciertas dosis para su equilibrio narrativo. La crónica es el género del tiempo, de la diversidad de voces, pero que es dominado por el cronista, que es el responsable de trazar la línea entre lo puramente literario y lo estrictamente informativo. En muchos casos no tendrá más de una o dos fuentes, pero se enriquece con la diversidad de testimonios. Es el más expresivo de los géneros, el más cercano al comportamiento humano. La crónica es faro que ilumina el camino de una buena noticia o de un reportaje exhaustivo. Su relación permanente está en el diálogo TIEMPO-HECHO.

Ahora, si el periodista quiere montarse en la aventura de la información detallada, si quiere explicar el por qué y cómo de los hechos, si desea llevar el ejercicio investigativo a su máxima expresión, y desde ahí ofrecer al lector, a la audiencia, a su público las diversas miradas, perspectivas, alternativas, voces, y tentaciones que hay alrededor de un tema, entonces se está subiendo al bus del reportaje, al carro del informe especial, o al carruaje de la entrevista en profundidad y de los géneros de la opinión y el debate, todos ellos caben en la autopista enorme de los GÉNEROS INTERPRETATIVOS. Dirá el dios de la palabra: “no hagáis un reportaje con menos de seis fuentes”, “clasifica las fuentes en primarias, de segundo orden, y de refuerzo”, “acude a todas las fuentes posibles”, “no mentirás en el reportaje tratando de dar toques literarios”, “no opinarás”, “usarás recuadros, destacados, cuadros de referencia”, “te esmerarás en el montaje, la edición y la presentación en gran formato”.


Nos acompaña aquí Gabriel García Márquez al recordarnos que todos los géneros, que todas las intenciones comunicativas, siempre, pero siempre, estarán acompañadas del proceso investigativo, y de él siempre será compañera fiel la entrevista como herramienta básica, como el estetoscopio al médico, como el martillo al carpintero. Por eso el riesgo de clasificarla como género, cuando es el mayor de todos los recursos y el que mayor fidelidad exige.

Hay entonces géneros, hay diferencias, y el periodista deberá afrontarlos, dominarlos, al menos acercarse a ellos, luego deberá elegir, tomarse de la mano del escogido y narrar desde sus propios estilos, recursos y maneras. Lo demás será carpintería, pero que hay fronteras en la narrativa, claro, sí que las hay. Y como las brujas, unas son buenas, y otras mejores.


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