sábado, 28 de febrero de 2009

A PROPÓSITO DE UNA CLAUSURA



PALABRAS PARA NO PERDERNOS DE VISTA
C.S. GUSTAVO MONTENEGRO CARDONA.
Coordinador Observatorio de Medios
Diplomado Periodismo Responsable en el Conflicto Armado
Versión Nariño-Cauca-Putumayo 2008



INVESTIGAR LA PALABRA:

El observatorio, ese espacio de intercambio de producciones, de experiencias, de aprendizajes y de reflexiones, se constituyó desde el ejercicio personal y espero que colectivo, en una aproximación a la investigación social que posibilita comprender las lógicas de la realización periodística en la región de influencia del Diplomado, así como de los procesos particulares que el periodista como sujeto de la acción comunicativa informativa debe enfrentar en la cotidianidad de su ejercicio. En ese sentido, cada observación, cada paso asumido, fue un pretexto investigativo que permitió contrastar, identificar, apreciar los cambios, los mejoramientos, los ciclos que se conservan y las perspectivas hacia un futuro que nos debe seguir facilitando la capacidad de comprender la necesidad de dominar con mayor responsabilidad las herramientas de la comunicación social para superar las dificultades que surgen en el cubrimiento de los hechos asociados al conflicto armado que vive el país y de manera trágica y desbordada la región soñada y amada que pisamos con el agradable peso de nuestro oficio comunicativo.

Por otra parte, la investigación que realiza de manera constante el Observatorio, tanto en el Diplomado, como por fuera de él, es una dinámica que nos permite acercarnos a la palabra como esencia del juego comunicacional. Pero esta palabra se debe entender más allá del lenguaje; es la palabra que supera la construcción idiomática para convertirse en esencia de la acción comunicativa. Devolver la esencia del lenguaje a la lúdica de la palabra que consolida la expresión, que se vuelve información, que resurge en medio de la guerra a pesar del esfuerzo de los combatientes por hacer de ella una víctima más.

Investigar aquí requiere observar al periodista, al medio, y a las palabras que circulan en esta cotidianidad de la información, la simbolización y la interpretación de las realidades diversas que surgen a pesar de los tiroteos, de los desagravios, de las ofensas, de las mentiras, y de las otras verdades.

De ahí que el Observatorio de Medios deja de ser un proceso de sistematización de notas o de registro organizado de la producción de los periodistas que cursan el Diplomado en Periodismo Responsable, para consolidarse en punto de encuentro, en el aula blanca, en la sala de espera que da tiempo para pensar, reflexionar, autoreferenciarse y disponer luego de las herramientas del trabajo diario para ofrecer mejores procesos comunicacionales a las audiencias que siguen esperando de sus periodistas una actitud diferente, una palabra distinta.

Investigamos la palabra para comprenderla, para quererla un poco más, para circularla con mayor ánimo, pero también para protegerla, para consentirla, para darle todo lo que necesita, y también para recibir de ella sus gestos siempre amable. Se enfatizó en el componente del género, de los antecedentes, y de todos los elementos relacionados con las narrativas. A partir de ahí se logró marcar las diferencias, las similitudes, los avances, y los pasos hacia atrás o aquellos que aún se mantienen en piso firme sin ir a otro punto. Igual, así es la vida, ni mejor, ni peor, simplemente movimiento, movimiento constante, igual que la palabra, igual que el oficio que queremos que no pare.


“LA CARTA EN EL UMBRAL”

Me apropio de la figura que utiliza el Rector de la Universidad de Nariño, el maestro y querido amigo Silvio Sánchez Fajardo, para referirse a la sensación que genera la espera de la carta que queda en el umbral, el sentimiento que nace cuando se sabe que la información está por llegar, y se ansia con el amor de recibir la nueva palabra, la nueva expresión, la noticia. De esa misma manera se esperó cada una de las más de cien notas que llegaron durante las diversas entregas presentadas ante el Observatorio. Algunas cartas llegaron de manera anticipada, otras, se tomaron su tiempo, tal vez más largo del que estaba dispuesto a esperar, pero al fin llegaron, y se seguirán esperando a pesar de la finalización de este proceso formativo.

Y ¿QUÉ PASÓ?

El tono de mis conclusiones sobre lo sucedido en el Observatorio de Medios, no pueden condensarse en el análisis cuantitativo de una práctica que más que nunca urge de volver a los caminos trazados por las cualidades de las ciencias sociales, por la mirada cualitativa de la realidad, de las personas que ejercen el periodismo, y por unas audiencias que siguen aguardando una comunicación mediática más eficiente y próspera. En ese sentido pasó que se notaron cambios, movimientos, opiniones, participaciones diversas. Los casos referenciados en personas como José Orlando Yela, lo sucedido con el trabajo pulcro de Adriana Espinel y de los radialistas Alirio Velásquez y Roger Vallejo. La mirada audiovisual y del reportaje de periodistas como Edgar González y Winston Viracachá; los nuevos diálogos establecidos con Jairo Montenegro, las preguntas acertadas de Mauricio de la Rosa, los debates trazados con Anderson Escobar y la actitud diplomática de Jesús Antonio Bernal; así como con las inquietudes permanentes de un hombre de las cualidades personales de Carlos Rosero se suman a los retos que impone el trabajo de Sandra Dorado y de Johana Pucil, lo mismo que ha pasado con Ricardo Ortíz y su particular manera de realizar el ejercicio periodístico. Estos, entre otros casos, son demostraciones de que algo pasó al interior del diplomado en general y de manera particular alrededor del observatorio.

Pasó que los elementos conceptuales empiezan a convertirse en prácticas concretas y en aplicaciones directas sobre el ejercicio cotidiano. Aunque todavía hay reserva en la entrega de piezas del día a día, lo puesto a disposición habla de un esfuerzo por la responsabilidad que se está tratando de inculcar como valor, como práctica, como principio ético y también estético del ejercicio periodístico.

Se debe resaltar en términos de progresos lo que ha pasado con el manejo de fuentes, pues se nota un ejercicio investigativo que procura contar con diversidad, tanto de fuentes, como de testimonios y de pluralidad en participación de las voces consultadas. Aunque todavía se deben hacer más esfuerzos al respecto ya podemos mencionar un cambio significativo en ese sentido, igual sucede con la diversidad temática y la inclusión de otros actores como voces válidas para ser tenidas en cuenta a la hora de cubrir los hechos del conflicto armado. Mejoramos significativamente en términos de coherencia informativa, y al parecer las lecciones del “Profesor Super O” comenzaron a tener efecto en la producción periodística de nuestros colegas. El conflicto armado y sus consecuencias empiezan a ser mencionadas, los periodistas tratan de evitar el uso inadecuado de adjetivos y demuestran estar cercanos a los principios jurídicos. Lo demás lo demuestran los números y no vale la pena redundar sobre lo ya analizado, por lo que debo resaltar el valor de la actitud, el valor de la transparencia de aquellos que pusieron a consideración su producción y que asumieron con responsabilidad, con profesionalismo y con caballerosidad el reto de ser vistos, de ser observados, de ser analizados con el único propósito de reafirmar su trabajo, de mejorar en su quehacer o de plantearse preguntas propias del oficio.

Pasó que no tuvimos que dar palo, ni mostrarnos altivos, o distantes desde la observación, al contrario, fue la cercanía, el humor, el ver, el oír, el sentir, el sentirnos cerca lo que provocó que los frutos empezaran a surgir. Eso significa que la raíz conceptual, pedagógica y didáctica del Diplomado está bien amarrada al piso epistemológico y al horizonte de sentido que se ha trazado desde hace un buen tiempo.

Pasó entonces que seguirán sucediendo buenas cosas para este objetivo común fundado en la ética, en la calidad que dispone el campo de lo estético, y en lo conceptual que nos muestra la meta de la responsabilidad comunicativa y periodística como un hecho que se podrá cumplir en un sol no muy lejano.

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