Por: GUSTAVO MONTENEGRO C.
En el pasillo dos niños juegan a
buscarse uno al otro. En el camerino se afinan los clarinetes. En el auditorio
ansiosos los asistentes esperan que el telón devele a la INEM Jazz Ensamble. Es
miércoles, son ya las siete y media de la segunda noche de PASTOJAZZ, este
festival que se ha luchado superando los contextos locales que han dejado a
estas alturas a la capital de Nariño sin gasolina, con pocos alimentos y con
altísima incertidumbre sobre el orden público, aún así, la música se impone.
El reloj suma unos minutos más y en
tarima están ubicados cuarenta y dos pequeños gigantes de la música. La
expectativa está en un nivel de silencio pleno. El auditorio, siempre
respetuoso recibe con ansiedad la presentación de esta Big Band conformada por
estudiantes de la Institución Educativa INEM de Pasto que han tomado cientos de
horas de su trabajo académico para formar un conjunto de jazz. Medio minuto
luego de que todos los niños han sido recibidos con aplausos, ingresa al primer
plano de la boca del Teatro Imperial el maestro Albeiro Ortíz, un hombre de
sonrisa permanente que ama la música, que disfruta el Jazz y que desde la
educación forma a las nuevas generaciones de músicos, de mejores ciudadanos
desde la cultura.
Faltando no más de veinte minutos
para las ocho de la noche se echa a andar un concierto que hizo mover los pies,
las manos, las cabezas. Albeiro y sus niños juguetones ahora hacían música en clave
de jazz. La música en el aire trajo las imágenes de las películas de Chaplin, o
los relatos visuales de las historias de gangsters. No podía irse el aire del
sur, pero pronto estaban de nuevo los sonidos de un jazz romántico, clásico,
propio de esos grandes salones de los orígenes del género de la libertad.
En el camerino Urpi Barco realiza
todo un ritual de preparación. La mujer bonita ahora se convierte frente al
espejo en la artista poderosa y radiante. Los acompañantes de la voz bogotana
se asoman a disfrutar de las últimas armonías de la INEM jazz ensamble que se
levanta con el nerviosismo que aún viven los novatos artistas al ser aplaudidos
con pasión por parte de su auditorio encantado.
La noche avanzó. Más allá de las
nueve de la noche se pudo comprender por qué la voz es un instrumento musical.
Urpi Barco sí que supo exponer ese concepto que puede tonarse abstracto o
teórico. La dulzura de la voz de la maestra bogotana es un reflejo de su fuerza
interior, de su coraje espiritual. Su voz expone en afinadas notas musicales
todo lo que ella es. Serán las nueve y cuarenta y cinco de la noche y la voz
que arrulla y emociona se detiene para darle paso a Peter Jackson, un
percusionista que puso el criterio de la innovación en acción plena al brindarle
al público de PASTOJAZZ una demostración de talento, virtuosismo a través de la
percusión étnica. Ese manejo de las sonoridades percutivas del mundo,
permitieron al público navegar en un barco por aguas musicales diversas desde
el talento de Jackson.
Soñar, despertar, bailar, arrullar,
amar, enamorar, reflexionar, volver al sueño, y seguir despertando. Así
cuarenta niños, cientos de asistentes, y todo el personal alrededor de
PASTOJAZZ pudo viajar en el barco musical colombo jazzístico de Urpi Barco. Agradecida
sigue sonriendo constantemente la bella Urpi, el cuarteto se abraza porque se
reconocen un equipo que dejó lo mejor de su trabajo “Sueños” en el escenario
del Teatro Imperial que ya tiene sus luces apagadas. En el tiempo serán más de
las diez de la noche, ya no importa, en el navegar musical las manecillas del
reloj permanecen inmóviles.
Mayor
información:
Comunicaciones Pasto Jazz
Calle 15 No.
24 – 48 Casa Inés, 2do Piso
7292727 -
7292201 Ext. 15
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