Poesía, teatro y salsa
Así fue la otra senda del 2 de enero.
Coordinador
Área
de Comunicaciones
El cielo de la mañana estaba tan gris como
cuando se presagia que la lluvia va a ser la compañía del día completo. Se
quedó el frio y la lluvia no llegó. Mientras por la senda oficial marchaban las
colonias de los municipios nariñenses residentes en Pasto, hacia el medio día la
Pinacoteca Departamental abría las puertas a la pintura, a la poesía y a la
fotografía en un escenario propio de ese otro carnaval que empieza a abrirse
lugar en medio de la agenda institucional.
Rodeados de la pintura de Alberto Salazar
Paz, acompañados de la fotografía de Manuel Noguera Salas y expectantes del
trabajo de “Body Art” de Nelson Villacis, todo en esa casa blanca hablaba de
piel y ciudad, de piel y papel, de piel y desnudes. Todo el lenguaje de lo
pagano se daba cita minuto a minuto. Poco a poco el patio central de la
pinacoteca estuvo rodeado de personas dispuestas a presenciar el trabajo de
Nelson Villacis, hijo de la tierra de Ibarra (Ecuador) que según su propia
descripción es escritor, pintor, poeta, y canalizador de energías.
Nelson fuma en la acera mientras espera que
su lienzo llegue. La modelo está en un trancón a unas pocas cuadras del lugar
donde se exhibiría su piel para ser dibujada por un nuevo pincel multicolor.
Durante la espera Nelson cuenta que hace 10 años no venía a Pasto, y que anhela
que aún el Carnaval conserve la esencia de la identidad cultural que le dio
origen a la fiesta, “pues siempre se corre el riesgo de que el interés de
sostener el espectáculo con el dinero del mercado sofoque a la fiesta y su
origen”.
Huele a pollo frito, y entre tanto Vanessa
Mosquera danza en el escenario una música contemporánea. Una turista llega
apresurada a comprar un afiche de una Mona Lisa pastusa que Osmar Solarte
dibujó acompañada de cuyes, vestida con una chalina y con su rostro marcado con
una pintica de carnaval.
El frio es intenso en el sitio, un sol
tímido se deja ver por entre la marquesina plástica. La modelo llega y Nelson
Villacis sonríe luego de que ha leído algunos poemas que cargan en su misterio
narrativo todo el lenguaje del sexo, de la piel, del cuerpo abierto y dado a la
pasión de la carne que vibra. Villacis pintó el cuerpo convertido en lienzo y
ofreció un nuevo espectáculo de expresión a quienes se permitieron vivir ese
otro mundo de colores vivos y de esculturas de carne y hueso. No hubo carroza,
pues aquí el cuerpo es la figura principal que desfila en un acto de exhibición
natural.
Acertada la decisión de Urkunina literaria
que en el evento alternativo del medio día le regaló a la ciudad a través de“Poetas en Carnaval” la pertinente obra de Nelson Villacis, en medio de una
fiesta que en silencio también habla del roce, del toque, del otro cuerpo.
Como el cuerpo pintado que se transforma así
mismo empieza la ciudad a cambiar. La tarde llega. En la tarima principal de la
“Plaza de Nariño” suenan ya las melodías de la música campesina y entre
cervezas y algo de juego los espectadores ríen con el humor pastuso. A la misma
hora en la plazoleta de San Felipe, el escenario urbano se prepara para abrir
paso al teatro. Ahí, Andrea García, una poetiza nacida en el “Valle de Aburrá” (lo dice casi en secreto porque prefiere
decir que es de ahí y no de Medellín, porque le suena más bonito) cuenta que llegó
por una invitación y se quedó por amor a vivir sus primeros Carnavales de
Negros y Blancos. Atrapada está Andrea en el “Valle de Aturez” como le gusta
llamar a Pasto.
“Todas estas expresiones independientes son
la respuesta de una relación de humanidad a una relación de mercado”, así comenta Andrea, la abogada creativa que escribe versos y los vende para poder sobrevivir.
En sus ojos brilla el amor por esta tierra que la sedujo en plenitud. Hablamos
brevemente y sale corriendo porque en la plazoleta ya está Rodrigo Jiménez,
quien en los minutos siguientes encarnó a Jesús, Pedro, al tuberculoso, a la
hermana loca, al mismísimo diablo y hasta la mujer cantaletosa de Peralta, el
emblemático personaje de “ En la diestra de Dios Padre”, que Jiménez interpreta
con marionetas gigantes de tubos que él mismo habita. Se enmascara el actor,
juega y hace jugar al público.
El público asiste desprevenido y termina
riendo en diálogo directo con el actor que adapta el lenguaje clásico de la
obra a un estilo contemporáneo bastante rico en música, jergas, y en divertidas
situaciones que hablan de un juicio escénico que habla de la riqueza del teatro
en Carnaval.
La plazoleta huele a empanada, se ven ya las
mazorcas asadas, y las manzanas endulzadas adornan los bordes del teatro
natural. Rondan algunas cervezas, y mientras las campanas llaman a la misa, el
teatro llama a la imaginación.
Mariela sonríe porque dado que no le gusta
el juego pleno del carnaval encuentra en estos escenarios otra manera de
disfrutar la fiesta. Heraldo Romero sale emocionado hacia otro lugar después de
haber sido escuchado con su poesía. Y con carcajadas y ese tono optimista que
marca su vida Andrés Caicedo abraza a sus amigos y marca el paso de la utopía
“ese del que habla Eduardo Galeano, porque para eso sirve, para caminar”. Paso
a paso “Poetas en Carnaval” se constituye en un escenario alternativo para
abrir nuevas sendas de juego, de comprensión, de estética, de expresión.
Así fue este día, lleno de poesía, de
erotismo, de lenguaje extendido, de pintura, de teatro, de palabras juguetonas
en el aire, de máscaras y desnudes, así fue la otra senda de hoy, la del otro
carnaval que también se extiende hacia las otras ciudadanías que buscan nuevas
formas, estéticas, y maneras de gozar de un carnaval abierto al mundo.
Nos vemos en la otra senda.
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